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Falleció el historiador británico Raymond Carr

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Fue uno de los grandes hispanistas. De hecho, le llamaban el hispanista de hispanistas británicos, si bien a Raymond Carr nunca le gustó el término. Prefería definirse como un historiador de España y como tal creó escuela hasta el punto de convertirse en una referencia ineludible en el estudio de la España del siglo XX, sobre todo, y también del XIX.Carr falleció el pasado domingo a los 96 años, dejando tras de sí una notable bibliografía y una indeleble estela de sabiduría y elegancia, según recordaba ayer la historiadora María Jesús González Hernández, autora de su biografía Raymond Carr. La curiosidad del zorro (Galaxia-Gutenberg), publicada hace cinco años. Ayer mismo, el también historiador e hispanista Paul Preston daba cuenta del fallecimiento en un acto celebrado en Barcelona.

Murió el historiador británico Raymond Carr

Prueba de su predicamento en España y de la excelencia de sus estudios fue la concesión en 1999 del Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales, una recompensa a unos trabajos como España 1808-1939, Estudios sobre la República y la Guerra Civil española (Ariel, 1974) o Historia de España (Península, 2007). Previamente, había recibió la cruz de Alfonso X El Sabio en 1983.

Sus numerosos estudios, algunos en colaboración con el historiador español Juan Pablo Fusi, le procuraron el reconocimiento general como uno de los grandes historiadores contemporáneos de España. La internacionalización de la guerra civil española y España, de la dictadura a la democracia, escrita con Fusi, ganó el Premio Espejo en 1979. Su obra también se centró en el estudio de Latinoamérica y Suecia.

No en vano, Carr dejó sus estudios sobre el país escandinavo y se volcó en España cuando visitó Torremolinos en su viaje de novios. Corrían los años cincuenta. Impresionado por un país sumido en una “pobreza degradante”, se apasionó por su historia contemporánea, como recordaba cuando recibió el Príncipe de Asturias en 1999. Entonces manifestó a este periódico con humildad que su propósito era cubrir un vacío que los historiadores españoles no podían llenar durante el franquismo. Su labor y la de otros hispanistas, añadió, fue continuada brillantemente por historiadores españoles ya en la Transición.

Carr obtuvo el prestigioso premio Príncipe de Asturias por “la excelente calidad de su obra”. “Sus trabajos sobre la historia de España de los siglos XIX y XX”, señalaba el acta del premio, “renovaron los estudios sobre la modernización contemporánea y se han convertido en modelos de investigación”. Su obra aporta “una visión global a la historia contemporánea, que ha ayudado a ver la historia española dentro de su contexto europeo y que ha contribuido a la mejor comprensión tanto de la Guerra Civil como de la transición a la democracia”, agregaba el acta del galardón.

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Una de las últimas recompensas que recibió fue en 2012, el primer premio que concedió la Fundación Banco de Santander a las Relaciones Hispano-Británicas.  Lo recogió el mismo, con 93 años, en la embajada española en Londres, si bien fueron otros grandes historiadores los que hablaron por él, como Hugh Thomas, Paul Preston o John Elliot.

En su biografía, María Jesús González destaca que Carr “fue capaz de transformar la manera de escribir la historia de España y hacer que los españoles percibieran su propia tierra como un país normal, libre de excepcionalidad y romanticismos esencialistas”. Y añade: “Ha sido también un peculiar transeúnte de una época y de una sociedad fascinante. Emigrante social que en los años de la Inglaterra más clasista, consiguió franquear sus barreras y penetrar el universo exclusivo y decadente de la aristocracia hasta convertirse en un Sir amante de la caza del zorro”. “Fue un hombre de Oxford que transitó, desde su época de estudiante a sus años de warden, sus colleges más idiosincrásicos y sus diversos paisajes académicos, sociales y políticos.

Fuente: [elpais.com]

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