“¿La ecuación ganadora?” por @NoelValderrama

En todos los deportes, los equipos con las grandes chequeras son los que se han caracterizado por cargar con la victoria. NY Yankees, Real Madrid, Los Angeles Lakers, etc. Todos tienen las nóminas más millonarias del planeta, todos terminan llevándose la mayor tajada de fanaticada y contratos publicitarios, amén de las giras más costosas.

Sin embargo, qué sucedería si se encontrara una fórmula, una ecuación matemática que permitiera saber cómo ganar partidos sin que los dueños de equipos tengan que desembolsillar tanto dinero.

Esa es la obra que el genial escritor Michael Lewis, desarrolla en “Moneyball”, llevada recientemente a largometraje y que se piensa estrenar a finales de año en nuestro país.

La novela nos cuenta la historia real del equipo de beisbol, Atléticos de Oakland, que quedando en los últimos lugares y al borde de la quiebra, su dueño, decide apostar, en 2002, por una sorprendente idea de un ex jugador y nuevo gerente general del equipo, Billy Beane.

Analizar los esquemas como si se tratasen de variables financieras en el mercado bursátil, observando curvas y anomalías que nadie nota porque se consideran inútiles, pero que definirían las posibilidades de un equipo, contratando a los jugadores correctos.   

Parte de esos análisis consistían en ver a los bateadores que se embasaban producto de un “base por bola”. Tradicionalmente se creía (y aún se cree) que esto no es un mérito del bateador sino un error atribuible al pitcher.

Por ello, estos “boletos” a primera base no cuentan para el promedio de bateo del jugador, es decir, no aumentan su efectividad ofensiva, pese a que ese jugador pudiera anotar por ese mérito alcanzado por obtener su “base por bola”.   

Beane y su equipo, consideraron que las “bases por bolas” eran un indicador evidente de la capacidad de un bateador para desgastar la resistencia de un pitcher hasta el punto de impacientarlo y obtener el pitcheo deseado o la “base por bola”. De esta forma, no importa la manera en la cual un jugador llegue a primera base sino las veces que lo haga. Beane, no se fija en el promedio de bateo, sino en las veces que el jugador se embase.   

El equipo demostró mantener un buen récord.
No le sirvió para alcanzar las victorias clave para obtener banderines, pero sí para promocionar jugadores que pasaban desapercibidos por todos.

Jugadores que adquirieron a bajos precios, pero que luego pudieron vender, una vez revelados sus rendimientos y talentos, a costos lo suficientemente altos como para salvarse de una posible bancarrota y empezar a llenar sus arcas. En realidad, descubrieron que podían buscar talentos que nadie más veía, revelarlos y luego vendérselos a los grandes equipos dispuestos a pagar todo por tenerlos.   

Ese mismo año, John W. Henry, el arriesgado inversionista dueño de los Medias Rojas de Boston y Liverpool FC, a pesar de la negativa de Beane, para ser su gerente general, decidió apostarle al atrevido método logrando convertir al equipo de Boston en campeón mundial en el 2004 y luego en el 2007. El magnate deportivo invirtiendo dinero en jugadores clave, le sacó provecho al método para convertir su equipo en ganador y no en un mero club para la transacción de talentos, a cambio de dinero, sin importar la pasión del juego.   

Todos los equipos empezarán a usar este método que evita contratar jugadores inflados artificialmente y que no se corresponden con los desembolsos hechos para adquirirlos. Estamos frente a la maximización de la eficiencia con el mínimo margen de error.

Noel Valderrama

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