Los 10 animales con las vidas sexuales más raras (fotos insólitas)

Hembras que después del apareamiento se comen a su amante o aquellos que tiene un coito eterno son algunos de los casos que te sorprenderán.

La diversidad animal que existe en el planeta Tierra es inmensa, y lo más sorprendente es que cada especie tiene instintos de sobrevivencia y apareamiento muy distintos, muchos de ellos aún son una incógnita para el ser humano.

Escarabajos. A las hembras de esta especie, debido a la brevedad de su vida adulta, sólo les permite, en el 99 por ciento de los casos, tener una cópula durante toda su vida. Al ser semélparas (son aquellas que se reproducen una sola vez en la  vida); una vez cubiertas dedican toda su atención a la puesta. Mientas que los machos prosiguen con la caza de hembras para procrear hasta que el cuerpo aguante.

Mantis. Otra especie que se caracteriza por la semelparidad, pues se creía que el macho de la mantis religiosa, era devorado por su pareja tras el apareamiento. Sin embargo, estudios recientes mencionan que esto pasa cuando estos insectos están en cautiverio, ya que en libertad, los machos son capaces de huir al abrazo mortal de su amante, e incluso existen especies como la ibérica (Empusa pennata) que comparten comida tras la cópula.

Mariposas. Los machos de las mariposas nacaradas (Argynnis paphia), en lo único que piensan es en buscar entre la vegetación alguna hembra recién eclosionada; pues saben que el primero que la encuentre tendrá el privilegio de ser el único que se aparee durante casi cinco horas con ella. Mientras que las hembras, toman por bueno este único coito, pues imaginan que el primero en llegar debe ser el mejor prospecto para procrear.

Otro caso curioso es el del gran pavón nocturno, la mariposa más grande de Europa; durante la noche las hembras esperan con paciencia a que su efluvios atraiga al mejor macho; quien al llegar, además de que sabe que su pareja morirá horas posteriores, se asegurar de que él será el único padre, y coloca un pegote de cera en la abertura sexual de la hembra, condenándola a una vida de semelparidad por partida doble.

Ratón marsupial. Los machos de la especie Antechinus stuartii, a finales de julio destilan testosterona, justo cuando comienza el período de celo, pero contrario a lo que se pensaría de una cópula apasionada pero normal, en realidad se trata de violentas batallas para acoplarse con las hembras.

Después de la guerra y del sexo, los machos terminan en un estado lamentable que combina heridas en la piel, estrés, ansiedad… Por lo que sus sistemas inmunitarios resultan muy afectados, y muchos de estos machos terminan siendo presa fácil de parásitos. En la mayoría de los casos el destino de ellos es la muerte, que se presentará en los días posteriores, consecuencia de tan frenética actividad sexual. Las hembras de Antechinus sobreviven y se ocupan de sus cachorros, pero quedan tan debilitadas que la mayoría no alcanzará la siguiente temporada de celo.

Pez Haplophryne schmidti. Debido al habitad donde vive esta especie, en las fosas abisales oceánicas, es que les resulta complicado encontrar pareja; pero el Pez Haplophryne schmidti ha encontrado una forma muy peculiar de nunca separarse de la hembra a la que eligió para pasar el resto de sus días.

Las hembras, que son de mayor tamaño que los machos, al llegar a su madurez producen un olor característico que esparcen por el agua; ésa es la señal para que los diminutos machos empiecen a buscarlas. Una vez que se ha producido el encuentro, ellos se pegan con su boca al vientre de su pareja y allí van horadando durante días un agujero al que quedan firmemente anclados. Los dientes se les caen unos días más tarde y empiezan a succionar sangre, como si fueran garrapatas; así permanecerán toda su vida, en un coito eterno, en el que ellos siempre estarán disponibles para ellas.

Pulpo. La hembra del pulpo mediterráneo una vez que pone sus huevos, pierde el interés por alimentarse y, como consecuencia, muere. Esto se da, debido a que una vez realizada la puesta, la glándula óptica segrega una hormona que inhibe su instinto de alimentarse hasta morir de inanición. Se ha comprobado que la extirpación de dicha glándula supone la imposibilidad de procrear, la reanudación de la función alimenticia y por tanto, la prolongación de la vida.
 

 

Salmo salar. Los salmones europeos para aparearse regresan a los ríos donde nacieron, y donde también morirán. En el coito consumirán todas sus energías, y tras él, exhaustos, fallecen. Pero gracias al sacrificio del macho, las crías nacen en un ambiente más tranquilo, y además, los cadáveres fertilizarán las frías y estériles aguas de los torrentes: aportarán una ración extra al plancton microscópico que, después, servirá de comida a los mismos salmones recién nacidos.

Araña de jardín. Las experiencias peligrosas, extremas y mortales, al parecer constituyen una elección especialmente excitante para los machos de muchas especies de arañas, entre ellas la araña de jardín macho (Araneus diadematus), que tras aparearse suele ser devorado por su pareja. La hembra, una vez satisfecha sexualmente, aprovecha para recuperar fuerzas, enrollando a su amante de turno en su tela, clavándole sus quelíceros y absorbiendo así todo su contenido.

Hormiga de fuego. De acuerdo con un estudio realizado por Dennis Fournier, de la Universidad Libre de Bruselas, el macho de esta especie es «Un espermatozoide con patas». Mientras la reina fabrica clones de sí misma, los machos sólo fertilizan huevos que serán obreras estériles. Los machos adicionales nacen cuando los huevos que pone la reina no contienen nada de su material genético.

¿Qué otro caso extraordinario conoces?

¿Encuentras algún parecido con los humanos?

[Fuente]