Manifestantes por la democracia: "Nadie, ni siquiera el Ejército chino, podrá detenernos" - Lea Noticias

Manifestantes por la democracia: «Nadie, ni siquiera el Ejército chino, podrá detenernos»

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En vísperas del Día Nacional de China, que se celebra mañana miércoles, al autoritario régimen de Pekín le han estallado en Hong Kong las protestas más masivas desde Tiananmen en 1989. En aquella época, el Ejército Popular de Liberación aplastó dichas manifestaciones en medio de la unánime condena internacional.

Pero hoy, 25 años después, han cambiado tantas cosas que nadie cree que una matanza semejante pueda ocurrir en Hong Kong, la antigua colonia británica que fue devuelta a China en 1997 y es una de las ciudades más ricas del planeta como centro financiero de Asia y primer puerto mundial.

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Manifestación a favor de la celebración de elecciones libres y de una apertura democrática en Hong Kong

De hecho, la contundente actuación policial del domingo, cuando las antidisturbios lanzaron gases lacrimógenos y espray de pimienta para dispersar a los manifestantes, ha tenido justo el efecto contrario, movilizando a muchos que jamás habían participado en las protestas pro-democráticas de Hong Kong. Es el caso de Kasey Kwan, una estudiante de Finanzas en la Universidad Politécnica que a sus 18 años «pasaba» de la política hasta que vio los duros enfrentamientos de hace dos días.

«Vengo a protestar contra el Gobierno por su violenta represión policial y, como ciudadana de Hong Kong, quiero luchar por su democracia, para que haya elecciones mediante sufragio universal y con libre participación de candidatos», explicaba ayer Kwan a ABC junto a un grupo de 40 compañeros de clase, que se habían unido a las manifestaciones.

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Tras las multitudinarias protestas del fin de semana, decenas de miles de personas – 80.000 según sus organizadores – siguieron tomando ayer las calles del centro de Hong Kong para reclamar plena democracia al Gobierno chino. La multitud, formada en su mayoría por universitarios ataviados con camisetas negras y lazos amarillos, se concentraba al principio ante la sede del Gobierno regional cortando una de las autopistas de acceso a Central, el distrito financiero. Pero, a medida que avanzaba al día y llegaban más manifestantes, la concentración se fue extendiendo varios kilómetros desde Central hasta el popular distrito de oficinas de Wan Chai, que también es la zona de bares más golfa de la ciudad.

«La hora de alzarse por la democracia»

Entonando canciones y proclamas políticas que pedían la dimisión del jefe ejecutivo de Hong Kong, Leung Chun-ying, la movilización adquirió un tono festivo muy distinto a los violentos choques con la Policía del domingo. Una vez retirados los antidisturbios, que habían establecido un cordón para mantener a raya a los manifestantes, miles de personas acudieron desde por la mañana trayéndoles agua y comida para ayudarles a resistir.

«Ha llegado la hora de alzarse por la democracia en Hong Kong», señalaba Jennifer Luk, una estudiante de Informática de 19 años en la Universidad Baptista. Airada por la represión policial, había acudido junto a varios compañeros a la concentración frente al Gobierno cargando 50 botellas de agua y toallitas húmedas para los manifestantes, castigados por el calor sofocante habitual en esta ciudad. A su juicio, «el Gobierno de Hong Kong no está haciendo lo correcto para proteger a la sociedad porque las elecciones previstas para 2017 deben ser libres y justas, pero China quiere controlarlas». Jennifer Luk criticaba así los planes de Pekín para imponer a una serie de candidatos afines en dichos comicios, que serán los primeros en celebrarse en la isla mediante sufragio universal.

«Las protestas de los estudiantes han sido pacíficas y la Policía se ha excedido en su respuesta», denunciaba otra estudiante de 19 años, Cherry Au, que hasta ahora había permanecido al margen de las manifestaciones. Pero decidió sumarse a ellas el domingo por la tarde, tras salir de trabajar en un restaurante, y pasó la noche acampada ante el Gobierno regional. «Mis padres no saben que estoy aquí. Ayer les dije que no podía volver a casa por las protestas y que me quedaba a dormir en un McDonalds porque piensan que venir aquí puede ser peligroso», confesaba esta adolescente, que se prepara para ser monitora en una guardería.

Mientras sus mayores prefieren no meterse en política porque ya tienen bastante con sus problemas cotidianos, los jóvenes han tomado las calles en una mezcla de movilización reivindicativa y aventura festiva.

Pero eso no significa que entre los manifestantes no haya personas más mayores. Una de ellas, Josephine Ho, asesora en Educación de 53 años y antigua empleada del Gobierno, se dedica a distribuir la ayuda que los simpatizantes de las protestas están trayendo. «He venido para apoyar al movimiento pro-democrático porque no estamos contentos con la intromisión del Gobierno chino: queremos sufragio universal y elegir al jefe ejecutivo de Hong Kong sin restricción de candidatos por parte de Pekín», proclamaba la mujer, que aseguraba que «nadie podrá detenernos, ni siquiera el Ejército chino».

Con ese mismo espíritu, uno de los organizadores de la protesta, el doctor Chan Kin-man, apelaba a los manifestantes para «aguantar» hasta mañana. Mientras China celebra el 65 aniversario de su fundación, el movimiento pro-democrático «Occupy Central» («Ocupar Central») anunciará la siguiente fase de su campaña de desobediencia civil contra el régimen de Pekín tras este gran éxito, que ha conseguido paralizar el corazón financiero y comercial de la ciudad.

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«¡Ha toi!» («Abajo»), le gritaba la multitud al jefe ejecutivo Leung. El único lugar donde estarán más enfadados con él que en Hong Kong debe ser Pekín, cuyos jerarcas del Partido Comunista se han encontrado un pulso ciudadano a su autoridad impensable en el resto de China. Un desafío que resumía Brian Leung, estudiante de Ingeniería de 23 años, al asegurar que «tenemos que luchar por nuestra libertad en Hong Kong».

Fuente [Abc.es]

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