Mira cómo les afecta a los niños las discusiones de pareja delante de ellos - Lea Noticias

Mira cómo les afecta a los niños las discusiones de pareja delante de ellos

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A largo plazo, las discusiones pueden llegar a crear trastornos emocionales profundos. Crecer en un clima familiar tenso favorece la aparición de problemas como la ansiedad y la falta de autoestima, asimismo, puede hacer que el niño se muestre agresivo al intentar reproducir los modelos aprendidos en el entorno familiar. Incluso las pequeñas discusiones, si son frecuentes, pueden repercutir en niños. Normalmente, un entorno familiar en el que se discute a menudo provoca un sentimiento de inseguridad en el niño, mientras que un entorno tranquilo, en el que los conflictos entre adultos se resuelven entre adultos, sin que los pequeños estén presentes, contribuye a un desarrollo psicológico sano. Obviamente todas las parejas discuten y si esto ocurre una vez delante de los niños no pasa nada, pero sería conveniente hablarlo con él para que no tenga consecuencias.

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Discutir delante de un recién nacido

Las discusiones familiares también afectan a los más pequeños. Los recién nacidos son capaces de “absorber” los estados de ánimo que les rodean a través de varios canales, como el tono de la voz o los gestos. Al igual que perciben el amor que les rodea, también sienten cuando la situación está tensa, cuando el tono de voz es de enfado, cuando la mirada expresa agresividad. Si las discusiones son diarias, las consecuencias pueden llegar a ser graves desde un punto de vista afectivo, ya que los padres estarían demasiado ocupados discutiendo para cuidar del niño.

Discutir delante de un niño en edad preescolar

Cuando todavía no se ha desarrollado el lenguaje, todo se transmite mediante la comunicación no verbal. En esta etapa, los niños pueden ponerse impertinentes después de una discusión, suelen llorar y es difícil consolarlos.

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Los niños un poco más mayores, pero todavía en edad preescolar, aún no tienen una idea clara de lo que está sucediendo. Cuando sus padres discuten les gustaría defender a uno y al otro pero no entienden bien quien de los dos lleva razón. Lo que ocurre es que al final su pensamiento, todavía egocéntrico, le lleva a creer que la culpa es suya. Las reacciones varían, muchos niños actúan como si no pasara nada, sobre todo porque no saben qué hacer si están solos y no hay un adulto o un hermano al que poder acudir. Cuando las discusiones son violentas pueden tener miedo de le que pase algo terrible a quien él percibe más débil de los dos o incluso a sí mismo. A esta edad, los niños suelen expresan su malestar mediante síntomas psicosomáticos, como los cambios en el ritmo del sueño o en la alimentación. Después de una discusión fuerte, algunos niños pueden retroceder a estados anteriores de desarrollo y, por ejemplo, volver a mojar la cama o estar irascibles y mostrar su agresividad cuando juegan o dibujan.

Discutir delante de un niño en edad escolar

Los niños en edad escolar ya empiezan a tener una idea más clara de lo que está sucediendo y también a posicionarse. Esto no significa que las discusiones dejen de afectarle, al contrario, se pueden sentir asustados o ansiosos, tener sentimientos de culpa hacia el padre o la madre o de vergüenza con sus compañeros, incluso puede afectar a su autoestima ya que dejará de sentirse el centro de atención. Todo esto afectará a su capacidad de manejar sus emociones, especialmente las desagradables, e incluso a su aprendizaje.

“Mamá y papá van un momento a la cocina…”

Las discusiones siempre deberían tener lugar donde los niños no estén presentes. Es raro que una pareja no discuta nunca y discutir es necesario cuando hay situaciones que resolver, pero también es necesario asegurarse de que los niños no escuchan. Lo más probable es que sepan que sus padres han discutido, pero por lo menos se habrán librado de lo que han dicho. Los niños, sobre todo los más pequeños, no son capaces de interpretar más allá de la palabra, se toman todo al pie de la letra. Si escuchan a sus padres decirse frases como “¡Ya basta! ¡Estoy harto/a de ti, no quiero volver a verte!” no solo se sentirán heridos sino que les creará inseguridad porque pensarán que sus padres se quieren separar.

¿Es mejor discutir poco pero a menudo?

A priori es difícil decirlo porque existen muchos factores a tener en cuenta. Por lo general, los niños se acaban “acostumbrando” a las discusiones pequeñas y frecuentes, pero precisamente estas son las crean un clima familiar inestable y el niño sabe que un pequeño detalle puede estropear un momento agradable. Esto puede hacerle sentir la necesidad de tener la situación bajo control y de no expresar sus verdaderas necesidades, ya que muchas de estas pequeñas discusiones empiezan por discrepancias acerca de su educación, consiguiendo que los niños se acaben sintiendo culpables. Las discusiones violentas tienen efectos más graves en la confianza que el niño tiene en sí mismo. No debemos olvidar que los padres son referencias muy importantes para ellos. Ver a uno de los dos maltratado verbalmente, o físicamente, por el otro creará una herida profunda que puede tener consecuencias en la personalidad del niño y del adulto que será.

Discusiones: la ayuda de la terapia de pareja y familiar

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La terapia de pareja es útil en los casos donde hay conflicto o problemas relacionales. Puede servir para mejorar la comunicación entre los cónyuges y para reestablecer un equilibrio, concentrándose en las cosas positivas de cada uno. Puede ser útil, igualmente, en casos de separación ya que hará el camino menos traumático no solo para los adultos, sino también para los niños.

La terapia familiar está más indicada para aquellos casos en los que el niño presenta comportamientos inadecuados o síntomas psicosomáticos que requieren la intervención de un profesional. En este caso, el terapeuta se hará cargo no solo del niño, sino también de todo el núcleo familiar con el fin de promover relaciones positivas.

“Hemos discutido delante del niño, ¿cómo podemos solucionarlo?”

Incluso los padres más cuidadosos acaban discutiendo alguna vez delante de sus hijos. En estos casos es inútil hacer como si no pasara nada, es importante hablar de ello, explicándole que todas las personas discuten, incluso cuando se quieren mucho. Es importante que el niño no dude del afecto recíproco de sus padres y, sobre todo, del que sus padres tienen hacia él.

Si el problema está resuelto, los padres pueden dejarse ver juntos, organizar una bonita cena con los niños o hacer un juego todos juntos para demostrar que todo está solucionado. En caso contrario, si todavía hay tensión, es inútil fingir. Los niños se darían cuenta al momento.

Discusiones: qué se debe evitar

Jamás se debe utilizar al niño para desacreditar contra el otro, esto vale también para los casos de separación. Ambos padres juegan un papel fundamental.

Otra cosa que se debe evitar es discutir por la noche, justo antes de acostarse. Este es un momento crucial para los niños y no debería haber preocupaciones de ningún tipo que puedan alterarles el sueño.

Fuente [Tendencias.yahoo.com]

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