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Barack Obama tuvo que hace frente en público este miércoles a un nuevo escándalo que afecta a su Administración: la elevada muerte de antiguos soldados en las listas de espera de los hospitales regidos por el Departamento de Veteranos. Semanas atrás se destapó que al menos cuarenta fallecieron antes de que pudieran ser atendidos en un hospital de Phoenix (Arizona), donde su muerte no fue computada probablemente para no estropear las estadísticas.
«No toleraré que se ‘cocinen’ los libros», dijo Obama en relación a la práctica denunciada. Al parecer, según alertaron médicos del hospital de Phoenix, los fallecidos fueron registrados en una lista secreta separada, a la espera de que algún mes hubiera pocas defunciones e incluirlos entonces en la lista oficial, para así mantener los objetivos marcados en la campaña de mejora de las prestaciones de los hospitales de veteranos.
«Si se demuestra que hubo una conducta irregular, será castigada», indicó el presidente, al término de una reunión con el titular del Departamento de Veteranos, Eric Shinseki. Obama reafirmó su confianza en Shinseki, cuyo número dos dimitió la semana pasada, pero no puso la mano en el fuego sobre su continuidad en el cargo. «Hay que esperar a tener los resultados de una revisión de todo el sistema, para ver si las alegaciones son ciertas y localizadas o constituyen algo más generalizado», advirtió.
Obama llegó a la presidencia con la promesa de combatir la burocracia que ralentizaba la prestación de servicios de la Administración, y en concreto se comprometió a una agilización de las listas de espera para la atención médica y otros servicios dispensados a los veteranos. «Después de haber luchado en el campo de batalla no deberían tener que luchar contra la burocracia para recibir el cuidado que merecen», insistió en su comparecencia ante los medios.
El presidente asumió su responsabilidad última como comandante en jefe, pero cargó parte de la culpa a sus antecesores al indicar que se trata de un problema previo «de décadas, agravado por una década de guerra» en Irak y Afganistán.
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El sistema sanitario del Departamento de Veteranos es el más grande del país, con 1.700 hospitales, encargados de atender a unos nueve millones de soldados retirados. Durante el año se producen unos 85 millones de visitas médicas.
Ante las peticiones de dimisión de Shinseki que algunos republicanos han realizado, Obama reclamó que este asunto no sea tratado como un «fútbol político» entre los dos partidos, consciente del daño que el asunto puede hacer a los demócratas en las legislativas del mes de noviembre.
[Fuente: abc.es]