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A pesar de que no lleven mucho tiempo viviendo juntos, ya has comenzado a darte cuenta de algunas de sus manías. Las cuales a ti también te sacan algo de quicio. Y, además, te estás percatando de que, vivir juntos, no es tan bueno como pensabas en un principio.
Convivir no es fácil. Compartir espacios no es nada fácil. Llegas a casa después de una jornada muy agotadora en el trabajo. Y deseas que no haya nadie porque necesitas tu momento de intimidad. Es algo difícil porque ahora ya no estás sola en esa casa. Ahora estás compartiendo tu vida íntima con otra persona. Y lo más normal es que siempre quiera acompañarte en todo. Así lo reseñó nosotras.com
Por ello, a los cinco minutos de salir de la oficina ya te está llamando. Estás tardando demasiado en llegar a casa. Y tú que querías un baño relajante en la más estricta soledad. Se puede solucionar. Una cosa es la convivencia, que ahí está. Pero otra es la autonomía de cada uno dentro de ella. ¿Qué queremos decir? Vale que su casa no sea, precisamente, una mansión.Pero tampoco puedes quejarte de dimensiones. Y, por cierto, hay espacio para los dos.
¿Cómo decirle a tu chico que necesitas un poco más de libertad en su convivencia? Sabes que él no te negará nada, pero tú puedes pensar que sonará algo duro al decirlo en voz alta.
Al mismo tiempo, tiene ciertas manías que te vuelven loca. Le encanta la organización. Y aunque tú no eres un caos, tienes todas tus cosas dispuestas de forma muy concreta. Y él llega y te lo cambia todo. ¿Dónde está esto y dónde está lo otro? No solamente se avecina tormenta una vez no encuentras ese papel que tanto andas buscando, sino que cada vez se alimenta más esa insatisfacción personal con la situación que estás viviendo.
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Y ello acarreará en un desplante completo a tu novio. Así que, antes de que llegues a esta situación, debes tener una seria conversación con él. No importa qué le digas, lo que importan son las formas. Importa que cierres el tema. Importa que le hables de la necesidad por esa autonomía, no siempre, pero sí algunos días en los que poco te apetece hablar, decir o hacer.
Del mismo modo, coméntale también tu forma de organización o todas esas cosas que no te gustan de él. Deberás llegar a un punto intermedio que les permita, a los dos, comportarse tal y como son. Y cuanto antes lo hagas, antes comenzarás a notar los cambios y, mucho mejor, a relajarte.