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Programa ayuda a ciegos a tomar fotografías

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Rodrigo Telón Yucute escucha las voces atentamente, alza la cámara y oprime el obturador, obteniendo así la imagen de una pareja sonriente, sentada en el banquillo de un parque.

Rodrigo les muestra la foto, aunque él mismo no la puede ver, pues es ciego desde hace casi 30 años.iyadmahxkofrztg2zhhxjldqca0hjgy$8c5e8rh989o7yfzw33a34h17liel8hw

"Cuando yo era joven conocí a mucha gente y siempre me llamaba la atención cómo tomaban fotos para guardarlas como recuerdos", dijo Telón. "Me gusta tomar fotos para captar un momento que después puedo compartir con mi familia y mis amigos, para que ellos vean cómo vivo".

Telón era un guerrillero de 22 años en su natal Guatemala cuando estalló una mina a sus pies, desgarrándole el brazo y dejándolo ciego.

Tras años de rehabilitación, aprendió Braille y a usar un bastoncillo blanco para guiarse el andar. Hoy, a sus 51 años de edad, está cumpliendo su sueño de tomar fotografías.

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Telón es uno de 30 personas ciegas o invidentes que están aprendiendo fotografía gracias a la fundación mexicana Ojos Que Sienten.

La fundación, creada hace cinco años por la fotógrafa mexicana Gina Badenoch, enseña a los invidentes cómo expresar en fotografías lo que perciben a su alrededor. Los alumnos usan sus otros sentidos, como el oído, el tacto, el olfato o el gusto para seleccionar a sus sujetos y crear imágenes con ayuda de cámaras digitales.

El principal propósito del programa es enseñarle a los ciegos que sí pueden hacer cosas que consideraban imposibles, dijo Badenoch.

"Esto les ayuda a sentirse parte de la sociedad, les ayuda a ser vistos y escuchados de nuevo", añadió.

Para muchos de los fotógrafos aprendices, lo que más les agrada es cuando sus amigos videntes les describen las imágenes que tomaron.

"Poder compartir algo que yo hice y escuchar a la gente que está viendo la foto que yo tomé, que yo creé en mi mente, es algo que disfruto muchísimo", expresa José Manuel Pacheco Crispín, un estudiante universitario de 33 años de edad que empezó a perder la vista a los 16 años debido a una enfermedad degenerativa ocular.

Pacheco, quien ahora enseña fotografía en la fundación, fue parte del primer grupo en participar en el programa, cinco años atrás. Tras años de desánimo y desilusión para aceptar su impedimento, la fotografía le dio un nuevo sentido de posibilidad y le ha ayudado a agudizar los otros sentidos, dice.

"Me ha ayudado a romper barreras y a seguir teniendo ideas locas", comenta Pacheco, quien hace poco escaló hasta la cima del Iztaccihuatl, un volcán de 5.230 metros (17.159 pies) de altura cerca de la Ciudad de México. Junto con otros amigos impedidos de la vista, llegaron a la cima guiados por Erik Weihenmayer, la primera persona ciega en escalar en Monte Everest, en el 2001.

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La fotografía no es cosa fácil. Los fotógrafos ciegos, al menos al comienzo, suelen dejar fuera las cabezas o las piernas de las personas retratadas. Pero con la práctica van mejorando. Se puede decir que están fotografiando sonidos u olfatos.

El calor del sol les ayuda a colocarse para usar mejor la luz solar. Tocan una flor antes de fotografiarla para sentir su forma, escuchan el silbido del viento por las ramas a fin de ubicar un árbol.

Piden a la gente que les hablen, a fin de calcular dónde poner la cámara: si escuchan las voces arriba, la ponen sobre la frente, si las escuchan abajo, la ponen en el pecho.

"Mi oído, mi olfato, todos mis sentidos están alerta cuando estoy tomando una fotografía", dijo José Antonio Domínguez, quien ha tomado decenas de fotos de su perro guía, Boni.

Domínguez, de 49 años, perdió la vista de su ojo derecho primero, cuando era un adolescente, debido al glaucoma. En su ojo izquierdo ha perdido 95% de la visión debido a la degeneración macular.

Sentado en un restaurante en la Ciudad de México, Domínguez demostró cómo su sentido del oído le ayuda a percibir la realidad a su alrededor.

"A mi derecha una mesera dejó caer los cuchillos antes que los tenedores", comentó, acertando. A mi derecha, la mesera dejo caer los cuchillos antes que los tenedores.

A cada fotógrafo ciego se le da dos meses para concluir un proyecto. Domínguez dice que quiere fotografiar a la gente que le ayuda a transportarse por las caóticas calles de la capital mexicana.

Telón, quien perdió a sus padres y a dos hermanos durante la guerra civil en Guatemala y quien ha vivido en México desde 1990, hará su proyecto sobre una niña de 8 años que perdió un brazo y que se niega a ponerse la prótesis.

"Yo le quiero contar mi historia y como me acostumbre a usar mi prótesis", comentó Telón.

Quizás, dice, le contará sobre su hija, a quien vio por última vez hace 29 años, cuando ella tenía apenas 6 semanas.

"Cuando me incorporé a la guerrilla ella apenas se empezaba a reír", dijo Telón. "Esa es una foto que tengo en la mente".

MEXICO (AP)

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