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Una vez más el círculo clerical pone en tela de juicio su amor al prójimo. Esta vez se trata de una especie de novatada donde los alumnos de un colegio, dirigido por personal religioso, tienen que realizar cosas poco habituales (y quizá fetichistas) como hincarse para lamer crema batida que sacerdotes se aplicaban en el las rodillas o subir y bajar escalones gateando.
Todo fue documentado en fotografías en las que, en su mayoría, el protagonista es el padre Marcin Kozyra, quien se encarga de dirigir el colegio.
Las fotografías llegaron a manos de los padres de familia, quienes de inmediato dieron aviso a las autoridades. Sin embargo, Kozyra afirma que anteriormente los estudiantes ni los padres habían tenido queja alguna, incluso la fiscalía local dijo que los actos del religioso no son considerados delito ni tuvieron alguna connotación sexual, aunque sí excedieron “los límites del buen gusto”.
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Ya es sabido que autoridades eclesiásticas han estado involucradas en distintas polémicas de carácter sexual, como el secuestro de una joven que era utilizada para fiestas sexuales o la monja que defendió un libro sobre la masturbación y otras prácticas “pecaminosas”, entre las que no hay que olvidar los caso de abuso sexual en diferentes países. Todo lo cual añade un ingrediente escabroso a este rito, que quizás en otros tiempos podría no haber escandalizado a las “buenas costumbres”.