Stephen Hawking, que el 8 de enero cumplirá 73 años, es sin duda el científico vivo más popular. No tanto por sus hallazgos sobre los agujeros negros en el campo de la física teórica, como por su impresionante pelea contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), cuyos primeros síntomas padeció con solo 20 años, cuando completaba su formación en Cambrigde.
Hawing, postrado en una silla de ruedas y hoy ya solo capaz de mover los músculos de su rostro, lo ha conseguido todo, pese a que su cuerpo es su cárcel. Ha convertido la física en un best-seller global, sobre todo con su “Historia del tiempo” de 1988. Se ha casado dos veces y es padre de tres hijos. Y casi se ha convertido en un icono pop: ha aparecido hecho dibujo animado en los Simpson, está presente en “Endless river”, el nuevo disco de Pink Floyd, y en enero se estrena “La teoría del todo”, una película que cuenta su primer noviazgo, sus días en la universidad y cómo supo que padecía la enfermedad. La película hizo llorar al científico cuando la vio en un pase privado y le ha dado su visto bueno. Ahora, en una entrevista en la BBC, a través de la voz artificial con la que se comunica, ha expresado su preocupación porel desarrollo futuro de la inteligencia artificial y advierte que podría destruir a la humanidad.
Hawking, que se expresa a través de un sintetizador de voz alimentado por un ordenad Intel, es partidario y usuario de la tecnología puntera y cree que hasta ahora ha prestado unos relevantes servicios al hombre, pero su mirada va hacia el futuro: “El desarrollo de una completa inteligencia artificial podría traducirse en el fin de la raza humana”. El físico, que se declara ateo, vaticina que una IA enormemente desarrolla “podría decidir rediseñarse por su cuenta e incluso llegar a un nivel superior”. La raza humana se vería desbordada: “Los hombres, que están limitados por una evolución biológica, no podrían competir”.
El ordenador HAL
La prevención contra las máquinas no es nueva. Ya en la revolución industrial del siglo XIX fueron presentadas como un enemigo de los trabajadores, a los que dejaban sin sus empleos. Lo cierto es que hoy en día sigue sucediendo, basta con mirar a los peajes de las autopistas, o a las cajas de los supermercados, que en poco más de un año se han automatizado, eliminando empleos humanos. Pero los beneficios de la inteligencia artificial y los ordenadores son incontables y por ahora han cambiado el mundo para bien. La parábola más famosa sobre los riesgos de una máquina capaz de pensar por cuenta propia es sin duda el ordenador HAL de “2001, una odisea del espacio”, la obra maestra de la ciencia-ficción que rodó Stanley Kubrick en 1968 sobre una historia del novelista Arthur C. Clarke. HAL, encargado de controlar las constantes vitales a bordo de la nave “Discovery” se rebela y mata a tres astronautas y llega a perder la cabeza, o su cíber-cabeza, en este caso, y termina cantando alocadamente. Al final, el astronauta superviviente logra desconectarlo.
Las amenazas de la inteligencia artificial son también el hilo argumental de muchas novelas de célebre Isaac Asimov, que formuló unas leyes de la robótica sobre las que se levantaban los dilemas de sus historias. Las tres leyes decían así: un robot nunca hará daño a un ser humano ni permitirá que sea dañado por su inacción; un robot debe obedecer a los seres humanos, salvo que vaya contra la primera ley; un robot debe proteger su propia existencia, salvo que vaya contra las dos leyes anteriores.
Mientras la gran amenaza no llega, la inteligencia artificial es lo que a día de hoy permite hablar a Stephen Hawking, que se comunica a través de la voz de un ordenador, un poco extraña e impersonal y de acento estadounidense. Pero el sabio advierte que no piensa sustituirla: “Se ha convertido en mi imagen de marca y no querría cambiarla por una voz más natural con acento inglés. Además, me han contado que un niño que necesitaba un ordenador de voz ha pedido una como la mía”. Hawking, que el pasado año publicó su autobiografía, escribe y habla activando el ordenador con el movimiento de su pómulos, pues carece ya de movimiento en los dedos para poder activar un ratón.
El físico hace gala de un extraordinario sentido del humor y ha comentado en otra entrevista que se ve como “el villano perfecto” para una película de James Bond. Conociéndolo, no cabe descartarlo. Ya de joven se empeñó en ser timonel de Oxford en las pruebas de remo, y pese a provocar con su torpeza dos aparatosos choques con otras embarcaciones, al final su equipo acabó ganando una prueba.
Fuente [Abc.es]