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Algunos lectores nos comentan que les encanta viajar a través de estas páginas y hacer los recorridos que aquí proponemos. Otros se contentan cuando reconocen los lugares en los cuales han estado, los demás se prometen a sí mismos que en sus próximas vacaciones harán lo propio.
A todos esos amigos que nos honran con su lectura les agradecemos sus opiniones y hoy les invitamos a subir a nuestro vehículo, tal como lo hará Iván Flores, para darnos “una vueltica oriental”.
Saldremos tempranito desde Puerto La Cruz, vía Cumaná, deslumbrándonos una vez más con el hermoso azul de las aguas del Mar Caribe aunado a las preciosas vistas de Arapo, La Piscina, Arapito, Playa Colorada, Santa Fe. No desayunamos en casa para devorarnos una rica empanada en la entrada de Mochima.
Continuamos nuestro periplo y después de Cumaná entramos a Mariguitar, pasamos Guirintal, si queremos darnos un chapuzón nos bajamos un rato en las playas de Quetepe, Tocuchare o Playa Bruja. Divisamos a Cachamaure donde hay churuatas equipadas para hospedaje. Más allá está Golindano. Si no habíamos comido lo hacemos en San Antonio del Golfo donde las ricas arepas rellenas con las delicias del mar son un regalo para nuestro paladar.
Vamos hacia Pericantar y llegamos a Muelle de Cariaco donde no es extraño encontrarse con las tradiciones, una de ellas es un entierro donde cargan al fallecido en hombros hasta su última morada. Enseguida vamos a Cariaco para luego volver hacia Pantoño, otro pueblo acogedor con muchísimos balnearios y pozas que se nutren con aguas puras de manantial y algunas con aguas termales.
En esta vía está Kokoland, un lugar espectacular donde hay hotel, piscina y mucha diversión. Muy cerca están Las Aguas de Moisés, otro sitio de ensueño para pasar ratos de sano esparcimiento en sus bellísimas pozas.
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En ese trayecto nos llama la atención un auto lavado que lleva por nombre Rafael “Pantoño” Oronó. Al frente está una estatua y un guante de boxeo en homenaje al campeón boxeador venezolano nacido en ese terruño.
Al llegar a Casanay nos recibe una imagen gigante de San Agustín, el patrono del pueblo. Hay dos vías de acceso muy bien hechas que ya las quisiéramos para nosotros en la entrada de Barcelona. En este pueblo deténgase en la Plaza Bolívar. Es grandísima, pero lo más llamativo es la sombra que proyectan la mezcla de inmensos árboles ornamentales con los frutales y así podemos observar framboyant, acacia, caucho junto a mango y tamarindo.
Este viaje nos sirve además para hacer mercado porque al regreso traeremos el carro full de tantas cosas que venden a orillas de la carretera como chorizo, pescado salado, huevas de lisa, arepa pelada, cachapa, lechosa, anón, piña, aguacate, mango, cambur, vegetales y hasta conservas de coco, de piña y de chaco.
Olvídese un instante de los tramos intransitables y los baches de la carretera y disfrute plenamente.
Por: Gliceria Gil