No hay una sola universidad latinoamericana entre las 100 mejores del mundo. Aunque Brasil es una de las economías más robustas del globo, y está considerada como la sexta nación en más franco y sostenido desarrollo, no tiene ninguna de sus instituciones en este directorio.
La noticia cae como fuerte aguacero en toda la región puesto que lo más cerca que llega nuestro lado continental a la excelencia en educación superior, es el puesto 158 donde se ubica la Universidad de Sao Paulo.
La información la suscribe el Times Higher Education World University Ranking, que publica a inicios de este mes, según criterios universales y especializados en excelencia educativa, las mejores 400 universidades del mundo. Este índice nació con la finalidad de mostrar los niveles de calidad de las casas de estudio y de estimular el nivel de apoyo gubernamental para tener una educación exigente y de calidad.
Hay sólo cuatro universidades latinoamericanas (ninguna venezolana) entre estas 400, un número que en resumen es el vivo reflejo de la falta de inversión y apoyo a las instituciones educativas por los gobiernos de nuestros países. El conocido QS World University Ranking británico, también subscribe que entre las primeras 100 universidades del mundo no destaca ninguna latinoamericana, más sí se posiciona un gran número de instituciones estadounidenses y asiáticas; como por ejemplo el Instituto de Tecnología de Massachusetts (EEUU), cuyo presidente es el venezolano Rafael Reif, primer director latino en la historia de esta prestigiosa organización educativa.
La excelencia en las universidades es un potente factor que muestra la realidad de una nación, cuyo crecimiento y desarrollo depende de la capacidad del recurso humano experto y profesional que la dirige. Podemos afianzar que el baluarte más importante de un país son sus instituciones educativas, ellas edifican su progreso y bienestar.
En Venezuela, el Gobierno de Chávez ha declarado desde sus inicios la guerra contra las instituciones de educación superior. La asfixia presupuestaria y falta de todo tipo de apoyo a las instituciones son características de la Revolución Bolivariana. Hoy las alma mater criollas tienen mucho menos dinero para mantenerse a flote que antes, algunas han cerrado carreras, núcleos, extensiones, y la mayoría han desistido en ampliaciones y proyectos de investigación.
Sin embargo, han sido las mismas universidades el talón de Aquiles del proyecto de Chávez. El estallido del Movimiento de Estudiantes Universitarios en 2007 fue un relámpago que reventó en un fuerte revés electoral contra la Reforma Constitucional propuesta ese año por el mandatario. Hoy estos jóvenes somos parte de la creciente oposición a su gobierno y seremos determinantes en el fin de este mal episodio.
Los rojos rojitos decidieron respaldar un conjunto de universidades controladas por ellos y su partido. El discurso más vendido y menos comprado del Gobierno de Chávez es que esta nación es la quinta con más estudiantes universitarios. Hoy quieren llamar Universidad a cualquier colegio o liceo alquilado donde meten a personas a ver clases y luego no las gradúan.
Más noticias tenemos por los destrozos que realizan en nuestras casas de estudios los grupos vandálicos armados financiados por el chavismo, que por los logros académicos de la Patria.
La formación de calidad y la excelencia es sólo un recuerdo en Venezuela. En este país no se investiga por falta de recursos pero sí se envían satélites al espacio para que científicos de otras latitudes los operen porque nos conformamos con las misiones y niveles mínimos de exigencia para graduar a la generación del futuro.
Se gasta dinero a discreción en la compra de armamento de guerra y publicidad, pero se restringe lo que necesitan las universidades para subsistir. Es una batalla por la supervivencia de los pensamientos y la mejor educación posible en tiempos de recortes inducidos y crisis.
Las universidades son garantía de un mañana próspero, pero si las abandonamos ese mañana se convierte en caos como hoy. Chávez hizo mucho porque el pueblo aprendiera a leer y escribir con los obsoletos métodos cubanos, pero hasta ahí, más de ese límite es peligroso. El coeficiente intelectual elevado es un riesgo para la Revolución porque pueden pensar más que ellos y desalojarlos del poder. Por eso la estrangulación sostenida del sistema de universidades tanto públicas como privadas.
Sigamos en pie, defendiendo los valores de esta República y sus instituciones. Vamos a cambiar y para ello los estudiantes y jóvenes son necesarios. Todos debemos crear conciencia en la importancia de nuestras universidades y en lo mal que estamos.
Por @angelarellano / Ángel Arellano