"23 de junio día del abogado" Por @mauxi1 - Lea Noticias

«23 de junio día del abogado» Por @mauxi1

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Maria_Dubuc“La rectitud de conciencia es mil veces más importante que el tesoro de los conocimientos, primero es ser bueno, luego ser firme, después ser prudente, la ilustración viene en cuarto lugar, la pericia en el ultimo”.  UNESCO

La profesión del abogado es una de las carreras universitarias más complejas. Sin embargo, representa una de las más hermosas del mundo, porque el ejercicio del derecho es una aventura espiritual apasionante, es un constante ejercicio de la virtud,  la honestidad, la rectitud en la conciencia, es la disciplina de la libertad. Se trata de una profesión cuyo basamento fundamental es la verdad, para alcanzar la justicia y su consecuencia no es otra cosa, sino el restablecimiento de la paz.

Dados mis 25 años de carrera en la administración pública, puedo hablarles con propiedad de la  combinación del derecho con la función pública y definitivamente de la política. La tarea  es harto difícil, mucho más cuando se trata de una mujer, en un país donde estas tareas están vedadas y se reservan a los hombres. Sin embargo, el ejercicio del derecho, tiene mucho que ver con la sensibilidad, esa que a las féminas nos sobra y esa intuición o sexto sentido que solo las mujeres tenemos. En ese orden, pienso que lejos de constituirse en una amenaza, debería considerarse una ventaja para los partidos políticos tener mujeres abogados al frente de estas determinantes tareas, sobre todo hoy en día.

En estos momentos de crisis por lo que atraviesa nuestra amada Venezuela, es cuando se  requiere más organización, más humanidad y más compromiso social.  Adicionalmente, sin duda alguna es una ventaja, no solo para el Estado sino para los administrados o ciudadanos que existan abogados en la administración pública, porque además ese conocimiento del ordenamiento jurídico desde los cargos públicos, constituye una garantía del respeto a la normativa legal vigente, acompañado de un ingrediente fundamental: la ética; entendiéndose que se está al servicio de los demás, del ciudadano, de la gente, que no basta simplemente con conocer la ley, que es necesario  ir mas allá de eso, porque cuando se está en el terreno político o público y se es abogado, se tienen dos opciones: o sucumbir ante la  politiquería barata o asesorar conforme al “deber ser”. Arte, política ética y acción, constituyen nuestros contenidos como abogados en el ejercicio de la función pública, nuestro norte los valores superiores,  la experiencia y el adoctrinamiento en justicia a la militancia política en la lucha por alcanzar la libertad.

El reto es duro, porque en Venezuela lamentablemente no contamos con un estado democrático y social de derecho y de justicia, tal cual reza nuestra Constitución, estamos ante una sociedad en la que la Ley ha perdido valor y relevancia, donde la confianza en el sistema judicial se ha extraviado por completo, porque  la ley se aplica a capricho del funcionario de turno y de acuerdo con una preferencia o ideología política determinada.  No existe un verdadero sistema judicial porque la crisis atropella el ejercicio de nuestra profesión de manera brutal,  ya que con una actividad económica reducida y la falta de institucionalidad, el oficio pierde su sentido.

Nos encontramos ante un absoluto irrespeto al ordenamiento jurídico venezolano, y eso lo tenemos que soportar todos los días, abogados incluidos. Basta con presenciar las largas e interminables colas a la entrada de los tribunales y oficinas públicas, la lentitud en los procedimientos, los tramites burocráticos, inscribir una empresa en un Registro es una tarea titánica, es inútil demandar a un deudor moroso, y cualquier diligencia jurídica se convierte en una verdadera pesadilla porque significa comenzar a transitar el largo y tortuoso camino que debemos recorrer los ciudadanos en la esperanza de obtener un ápice de justicia en el caso concreto, todo lo cual genera una estructura francamente inoperante y fatal, desprovista de celeridad procesal todo lo cual genera un sentimiento de frustración enorme en la población y  un clima de inseguridad jurídica galopante, en un país donde la administración de justicia es cara, lenta, inaccesible y poco creíble.

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Sin embargo, la profesión es hermosa, ante esta situación de crisis, los abogados en este país nos hemos convertido en una necesidad para toda la población, casi que en una tabla de salvación, porque convencidos como estamos de ser generadores de los cambios, buscamos respuestas, nos movemos y accionamos porque entendemos que hemos hecho un compromiso por la convivencia social pacifica, la defensa de los derechos de los ciudadanos, de la justicia y de la libertad, porque como decía Eduardo Couture: “Sin libertad no hay derecho, ni justicia, ni paz”.

Los  abogados  en definitiva somos agentes a favor de la paz, porque nos corresponde dirimir conflictos y asistir a los ciudadanos en la correcta aplicación de la ley y promover así la seguridad jurídica que requerimos. Desde donde desempeñemos el ejercicio de nuestras funciones, somos generadores de soluciones permanentemente. La garantía de ese estado de derecho del que hablamos todo el tiempo y mas allá de eso, de contribuir a crear un estado de justicia en el país está en hoy más que nunca, en manos de nosotros los abogados, quienes tenemos la inmensa responsabilidad de defender y en consecuencia construir  ese estado de libertad, justicia y paz que anhelamos los venezolanos.

De este modo los abogados estamos llamados en esta difícil hora, a hacer algo más por los demás. Generar los cambios desde nuestro entorno es vital. Cada vez son menos los espacios para el correcto ejercicio de la profesión, pero pienso que nuestra tarea es lograr despertar la conciencia en la sociedad, para así unidos llenarnos de la fortaleza que necesitamos para salir adelante. Las circunstancias ameritan propuestas concretas, acciones y soluciones inmediatas a los problemas, con la contundencia y efectividad que requerimos con celeridad. Hagamos juntos el esfuerzo por rescatar la confianza en nosotros mismos, en la institucionalidad. Tomando en cuenta que sí el estado de derecho desaparece, los abogados dejaremos de operar definitivamente, la tarea entonces está en proteger el acceso efectivo a un sistema judicial que nos proporcione justicia, defendiendo los valores fundamentales del orden social. Por tal motivo solo me queda decir: adelante colegas, avancemos con fe, convirtámonos en ese ejemplo de liderazgo del que está hambrienta nuestra Nación, marquemos la diferencia y de seguro obtendremos resultados diferentes, esos que hemos estado esperando durante tanto tiempo.

María Auxiliadora Dubuc

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