Así es vivir en un harén: "Fui esposa de placer de un multimillonario saudí"

Así es la vida en un harén: «Fui esposa de placer de un multimillonario saudí»

Suscríbete a nuestro canal de Telegram "LeaNoticias" para que estés al día con toda la información sobre Venezuela y España.

“Me gustaría que fueras mi ‘esposa de placer‘. Firmemos un contrato por cinco años. Yo me encargaré de ti, me podrás contactar en cualquier momento, si quieres verme enviaré un avión. Podrás salir con otros hombres”. Estas fueron las palabras con las que Adnan Khashoggi, multimillonario saudita y traficante de armas, le propuso matrimonio a Jill Dodd, fundadora y diseñadora de la marca de ropa Roxy.

jill-dodd

Por aquel entonces ella era una modelo muy cotizada en París. Tenía 20 años y él, 44. Se conocieron en una exclusiva fiesta en Montecarlo, una fiesta salvaje y decadente, con todos los excesos propios de una jet set despreocupada con ganas de pasárselo bien. Dodd bailaba, bebía champán y volvía a bailar. La vida era un juego divertido, simple e inocente entre las paredes de Le Pirate, donde los camareros de pelo largo y sin camisa tocaban la guitarra alrededor de una fogata deslumbrante.

Cuando estaba con él, tenía su estilo de vida: vivía en sus hermosas casas y era atendida por sus mayordomos, cocineros y masajistas

En un momento dado, su agente se acercó a ella y le preguntó si sabía con quién estaba bailando. Ella le contestó que no, que no le importaba. Él respondió con dos palabras: “Adnan» y «Khashoggi”. Aunque en un primer momento el nombre no le sonase, pronto se dio cuenta de la relevancia de aquel hombre menudo con el que compartía baile. Hasta su muerte a los 81 años el mes pasado, fue el más rico, el que tenía el barco más grande, las mujeres más guapas y el hombre con más conspiraciones políticas a sus espaldas.

Una publicación compartida de Jill Dodd (@jill_dodd) el

Suscríbete a nuestro canal de Telegram "LeaNoticias" para que estés al día con toda la información sobre Venezuela y España.

Jill Dodd durante sus años como modelo en París.

Khashoggi se ganó la vida como traficante de armas o, como prefería decir, «solucionando problemas«. Entre ellos, el escándalo Irán-Contra, en el que sirvió de intermediario a EEUU para vender armas al gobierno iraní, que por aquel entonces estaba en guerra con Irak. Durante los años dorados de su negocio, entre los setenta y ochenta, época en la que descubrió a Dodd, era conocido por sus contactos en medio mundo y, en lo que respecta a las revistas del corazón, por sus amoríos y vacaciones veraniegas en Marbella.

Esa noche le cambió la vida

El millonario saudita quedó prendado de la modelo americana y ahí comenzó una historia de amor, placer y celos que ahora Dodd ha escrito en su biografía titulada ‘The Currency of Love’. “Cuando nos sentamos, él me subió la manga y escribió ‘te amo’ en mi brazo en letras grandes y rojas. Al principio no me di cuenta de que lo había escrito con sangre”, recoge la ‘BBC’. “Estaba perdida en mi propio mundo, mareada por el alcohol y rodeada de extraños en ese loco lugar. Lo único que hacía era mirarme el brazo”, relata.

Yo era unos 12 centímetros más alta que él, su cabeza era redonda y calva y tenía barriga. ¡A mí me parecía adorable!

Aquella declaración de amor la llevó al lujoso yate del magnate (el Nabila, que pasó por las manos de Donald Trump y hoy es propiedad del príncipe Al-Waleed), donde le pidió matrimonio. “Yo no me caso de la manera tradicional”, le advirtió. Khashoggi le dijo que sería una «esposa de placer», una de muchas, como la realeza y demás hombres poderosos tenían en Arabia Saudí. Y ella selló el contrato con un beso.

clip_image001Khashoggi con su última mujer, Lamir, en Cannes. (Reuters)

A partir de ese momento la modelo comenzó una doble vida. Por un lado, la ostentación y la opulencia propias de su relación con el millonario saudita: “Tenía su estilo de vida cuando estaba con él: vivía en sus hermosas casas y era atendida por sus empleados domésticos, cocineros y masajistas”. Por otro, su trabajo, alquiler y demás preocupaciones mundanas.

Pese a la estrecha relación que la americana suponía que tenía con su nuevo “marido de placer”, ella desconocía los negocios turbios a los que se dedicaba. “En un viaje a Las Vegas me dijo que estaba cerrando un gran negocio. Cuando me explicó de qué se trataba, exclamé: ‘¡Pero son máquinas de guerra!’ Y me respondió: ‘¿No tienen todos los países el derecho de defenderse?’.

Suscríbete a nuestro canal de Telegram "LeaNoticias" para que estés al día con toda la información sobre Venezuela y España.

Las otras esposas

Durante la parte fastuosa de su vida, tuvo que lidiar con el resto de «esposas de placer» en reuniones o cenas. “Con el tiempo se volvió normal. Nos tratábamos con respeto, pero guardábamos la distancia. Sentía que era especial para él”. Fue más tarde cuando todo empezó a cambiar: “Una noche estaba dormida en mi cama y él entró en la habitación con un paquete. Me besó en la cabeza y me di la vuelta y dijo: ‘¡Me equivoqué de habitación! Pero quédate con el regalo’”.

¿Qué estás haciendo? ¿Estás buscando chicas para comprar? ¿Fue así como me encontraste? ¿Me escogiste en un catálogo?

Allí se dio cuenta de que quizá no era tan especial como pensaba, sino una más en el harén. Fue entonces cuando el magnate empezó a buscar una nueva esposa (nada menos que desde un catálogo) y ella se sintió traicionada. “¿Qué estás haciendo? ¿Estás buscando chicas para comprar? ¿Fue así como me encontraste?”, le espetaba. Y, en efecto, llegó una más joven, René, de 22 años.

Ella se fue para no volver a los brazos de Khashoggi. El destino quiso que el día de su muerte, el 6 de junio, se publicasen las memorias de la exmodelo. Fue una coincidencia, no estaba premeditado, y ella ahora no puede quitárselo de su cabeza: “En medio de la noche me levantaba llorando y sentía que estaba hablando con él, diciéndole que lo quería”. Dodd formó parte del harén de un multimillonario saudí y, aunque guarda un buen recuerdo de aquella época, nunca desearía que su hija, fruto de un matrimonio posterior, tuviese, como ella, un «marido de placer».

Escrito por Miguel Sola, para El Confidencial.

Deje un comentario