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Mientras se trabajaba en una autopista en Polonia, se descubrieron huesos humanos por lo que se llamó a un grupo de arqueólogos quienes hicieron un hallazgo sorprendente. Los restos humanos que se encontraron tenían la cabeza seccionada y colocada entre las extremidades inferiores, una práctica de enterramiento de los eslavos para los sospechosos de vampirismo. De esta manera se aseguraban que los no muertos que fueron decapitados no podrían regresar de la tumba. El hallazgo nos hace pensar: ¿Existen los cementerios de vampiros?
Antecendentes:
En la década de los noventa el arqueólogo de la Universidad de British Columbia, Hector Williams descubrió el esqueleto de un hombre adulto cuyos restos habían sido clavados a la tierra con una estaca en un cementerio griego en la isla de Lesbos. El cuerpo presentaba varias estacas de veinte centímetros a través del cuello, pelvis y tobillos.
Más recientemente el arqueólogo forense Matteo Borrini de la Universidad de Florencia encontró otro enterramiento de una supuesta anciana vampiro en la isla de Lanzzaretto Nuovo. En este caso en particular la mujer estaba sepultada boca arriba, con un ladrillo de tamaño considerable en su boca: clara muestra de un tipo de exorcismo que se practicaba a los muertos sospechosos de vampirismo en Italia.
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Las hipótesis:
Lo cierto es que muchos arqueólogos piensan que posiblemente quienes realizaban estas prácticas lo hacían por desconocimiento de las causas de muerte de estas personas. Algunos de los cuerpos encontrados con este tipo de rituales, muestran signos de haber sufrido ciertas enfermedades como la tuberculosis. Este tipo de enfermedades deterioraban al paciente y le otorgaban una palidez que hacía pensar a la gente que probablemente el enfermo fuera un no muerto o muerto viviente.
Esta situación se entiende aún más ya que no todo el mundo conocía los procesos de descomposición del cuerpo, haciendo parecer que el cuerpo era incorrupto.
Este tipo de enterramientos no sólo sucedían en Europa, sino también en América. Se han registrado hallazgos de craneos destrozados por lajas de piedra con forma de cuña insertadas entre las fosas nasales y la boca.