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Mucha gente, en la calle, a través del correo electrónico, o por intermedio de las redes sociales, me pregunta si soy de quienes comparten la "teoría del fraude" en las pasadas elecciones del pasado 7 de octubre. 
Con el debido respeto a quienes creen que hubo "gato encerrado" en los pasados comicios, les diré, con la mayor franqueza, y a riesgo de que algunos radicales me quieran comer vivo, que yo no creo que haya habido fraude ese día. Al menos no el día de las elecciones.
Como Presidente de UNT en Táchira, estuve al frente de un equipo de hombres y mujeres que en esta región (uno de los dos estados del país donde no pudo ganar Chávez) tuvieron la gran responsabilidad de estar como testigos y miembros de mesa ese día. Y puedo asegurarles, con absoluta certeza, que al menos en las mesas que nos correspondió supervisar, los resultados fueron exactamente los mismos que dio a conocer el CNE.
Tenemos copias de algunas actas y la información que hay en ellas, confirma que, el menos en esas mesas, todo se hizo como estaba previsto. Los números coincidieron y en la auditoría,todo resultó estar perfectamente bien. Eso quiere decir que, al menos en el Táchira, nuestras cifras, y las del CNE, son plenamente coincidentes.
Pero una cosa es que yo crea que el día de las elecciones no hubo trampa, y otra cosa muy diferente es que no tenga mis dudas con respecto a los métodos y mecanismos utilizados por el gobierno para ganar las elecciones. Pienso que el gobierno de Hugo Chávez, encontró una manera de ganar las elecciones, y al menos que nosotros pongamos al descubierto esas "maneras", esos "métodos" y esos "mecanismos", no podremos salir de este gobierno por la vía electoral.
Uno de los temas sobre los cuales debemos empezar a hablar es el de la cedulación. El SAIME, que si bien es cierto tiene unos cuantos puntos a favor ( la entrega de los pasaportes mejoró sustancialmente y negarlo sería una tonteria) se ha convertido en una caja negra cuando se trata de la entrega de cédulas de identidad.
Venezuela es quizás uno de los pocos países del mundo donde es más fácil obtener una cédula de identidad que encontrar un pote de leche. A las pruebas me remito: en San Antonio del Táchira hay quienes ofrecen la cédula de identidad venezolana por tan sólo 50 bolívares. En las plaza de Cúcuta, hay buhoneros que ofertan las cédulas venezolanas a precio de gallina flaca.
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Hay locales comerciales, a uno y otro lado de la frontera, donde con tan solo una computadora te pueden dar una copia perfecta de tu cédula de identidad con mejor resolución y hasta plastificada. Los cibercafes tienen cédulas scaneadas en las que sólo hay que cambiar la fotos y los datos personales y en 5 minutos te dan tu cartón de identidad.
En los gobiernos de la cuarta república, había un mecanismo que permitía tener un mayor control sobre la cedulación: la Fiscalía General de Cedulación siempre estaba en manos del partido opuesto al gobierno de turno. Cuando el partido de gobierno era AD, la fiscalía estaba en manos de COPEI. Cuando el gobierno era Copei, la fiscalía estaba en manos de AD.
Pero con el gobierno de Chávez, la cosa es diferente. El SAIME está en manos del gobierno y la Fiscalía de cedulación también. De esta forma, nadie, absolutamente nadie puede saber a quién se le da cédula en este país y a quien no. Los únicos que saben a quien le dan las cédulas son los subalternos de Chávez.
Circula el rumor, no comprobado, de que este gobierno le ha entregado cédulas de identidad hasta a los gatos. En Guárico, por ejemplo, la gente dice que el 7 de octubre, hubo una gran cantidad de ciudadaos asiáticos acudiendo a los centros de votación. En Portuguesa reportaron que una gran cantidad de cubanos con cédula venezolana también fueron a votar. No es descartable, por tanto, que así como hay cubanos y chinos con cédulas venezolanas, también haya rusos, iraníes, bielorusos, bolivianos, nicaraguenses, argentinos, y colombianos de las FARC con el único documento exigido en Venezuela para votar.
Si queremos impedir una nueva derrota electoral como la del 7 de octubre, debemos dejar de pensar en las máquinas y en las captahuellas y empezar a mirar hacia el SAIME. Tal vez allí encontremos la respuesta a todas nuestras interrogantes.
Por: Gustavo Azocar Alcalá / @GustavoAzocarA