"Lechería: Una ciudad fitness que delira por las donas", por @MarijoEscribe - Lea Noticias

«Lechería: Una ciudad fitness que delira por las donas», por @MarijoEscribe

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En un país donde todo el mundo hace colas para cualquier cosa, no resulta extraño ver una cola de personas dentro de una tienda de donas para comprar estos calóricos postres que estremecen cualquier papila gustativa, propiciando una desconexión sensorial entre el caos del entorno y esa suerte de orgasmo que experimenta el paladar apenas damos el primer mordisco.

Maxidonas en Lecheria_1

Lo verdaderamente interesante es que esta frenética congregación de espíritus, en torno a esta adictiva y fascinante pieza gastronómica rica en azúcares y grasas; tenga lugar en la misma ciudad en la que hace poco vi a una familia subir el cerro El Morro a las doce del mediodía con bebés y mascotas a cuestas, donde las personas van ejercitando los brazos con las bolsas del mercado mientras caminan con la compra hasta el carro y donde la gente aprovecha la hora de almuerzo para trotar en playa Cangrejo con un coco en la mano porque es “isotónico”.

Y que quede claro que no le estoy “poniendo color” al relato. Estas cosas realmente pasan en Lechería. Las he visto y sinceramente no las critico. Todo lo contrario. Es admirable poder administrar el tiempo para cumplir con tus responsabilidades de trabajo y familia, y además hacer dos sesiones diarias de spinning, subir y bajar el cerro el morro en bicicleta, en patineta, a pie y en dos manos, nadar ocho piscinas diarias, hacer tres clases de bailoterapia, flexiones, pesas, TRX, Zumba, 10K con humanos, 5K con mascotas, la clase de yoga de Lilian Tintori y monitorear todos los tweets de @SashaFitness.

Más increíble, y digno de un estudio Robert King Merton, es que además de todas esas cosas, una de las disciplinas deportivas más populares de la ciudad sea hacer, a eso de las cuatro de la tarde, una tremenda cola en la sucursal de Maxidonas y casi batirse a duelo con otras personas por las últimas de Nutella o arequipe.

Vamos a estar claros en algo: esas donas son demasiado buenas! Mi mejor amiga no está de acuerdo conmigo porque dice que le saben a “bomba” y que cualquier cosa con Nutella es buena, por lo que el crédito es de Ferrero y no de Maxidonas, pero desde que la conozco la he querido porque es tan original y auténtica que es la única que piensa de la manera que lo hace, sobre prácticamente cualquier cosa.

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Es bueno aclarar que no hay ningún interés comercial detrás de mi comentario. La gente de Maxidonas ni sabe que existo ni me están pagando por decir que son las mejores donas que he probado. Pero tenía que compartir con alguien lo impresionada que quedé la semana pasada, cuando fui con la intención propiciarme un coma diabético probando una de cada sabor y, al llegar mi turno de ser atendida, solo quedaba una de fresa, una de moka y unas de Nutella que acaban de salir.

Me llamó mucho la atención que los clientes que estaban al final de la cola le preguntaban a los primeros si las iban a comprar, como quien acude a una tienda de electrodomésticos y quiere saber si quedarán televisores plasma cuando le toque su número.

Lo cierto es que, chistes aparte, queda claro que por más preocupados por la salud y la estética estemos, darse esos gustos forma parte de sentirse vivo. De hecho, me permito confesar que la primera vez que probé una de estas Maxidonas me sentí conectada con mis más tierna infancia, al más puro estilo de Anton Ego al saborear el ratatouille que le preparó Chefcito.

Hace un poco leí un tweet de una muchacha que se preguntaba: ¿Para qué necesito novio si tengo a Maxidonas?… A lo que no pude evitar reaccionar pensando: “Para que haga la cola mijita, y te las lleve hasta tu casa”.

De cualquier manera es una experiencia que vale la pena vivir y una de las pocas colas que se hacen «con gusto» en este país. Así que ya sabe: el cerro El Morro no es el único lugar “farandi” de Lechería. En la cola de las Maxidonas puede hacer relaciones públicas como en ningún otro sitio 🙂

[Por @MarijoVeneuela]

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