¿El criminal nace o se hace? la curiosa explicación a por qué hacemos el mal - Lea Noticias

¿El criminal nace o se hace? la curiosa explicación a por qué hacemos el mal

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Cuando a Walter White, un brillante químico con poco éxito en la vida, le comunican que tiene cáncer, todo su mundo se viene abajo. Compaginando dos empleos para sacar adelante a los suyos, lo que más preocupa a Mr. White no es su enfermedad, sino las terribles consecuencias económicas de su estado de salud sobre su familia. Los fans de «Breaking Bad» ya conocen el resto. Para los demás, nos limitaremos a explicar que Mr. White, por paradójico que resulte, decidirá entonces convertirse en un ser siniestro por el bien de su entorno.

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La aclamada serie, que más de un premio le ha valido a sus creadores, sirve ahora para dar nombre a lo que ya se conoce como el «Síndrome de Breaking Bad», un trastorno que viene a explicar que muchos de los actos de violencia que comete el ser humano nacen fruto del deseo de hacer el bien, o lo que el individuo considera como acertado. Esta teoría ha sido desarrollada por los expertos Alan Page y Tage Shakti Rai en su libro «Virtuous Violence» («Violencia Virtuosa»), en el que ambos analizan los motivos que nos impulsan a cometer el mal. La investigación, llevada a cabo en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), mantiene que, al igual que Walter White [atención, spoilers] decide delinquir y convertirse en alguien sin escrúpulos para llevar la dignidad económica a su hogar, son muchos lo criminales que también llevan a cabo sus violentos actos movidos por un fondo de cierta «bondad».

«Somos malos por naturaleza»

¿Es esto posible? ABC se ha puesto en contacto con Alfredo Calcedo Barba, psiquiatra forense y profesor de Psiquiatría en la Universidad Complutense de Madrid para quien, sin duda, el estudio de la Universidad de California trata de dar una explicación neurocientífica a un acto como el de no hacer lo correcto. «La tesis va muy en relación con los últimos avances neurocientíficos que intentan explicar cómo es nuestro cerebro el que determina la conducta. Si hacemos algo mal, según la neurociencia, es porque algo en nuestro cerebro no funciona como debiera».

¿Es nuestro cerebro el responsable de nuestros actos?

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¿Realmente es así? ¿Es nuestro cerebro el responsable de nuestros actos? «A lo largo de la Historia, recuerda Calcedo, se ha venido buscando desde distintas perspectivas la respuesta a la incógnita de por qué hacemos el mal. Se han dado explicaciones religiosas, psicológicas, filosóficas y neurocientíficas. ¿Cuál es la correcta? Todavía no lo sabemos», afirma. Hay, subraya el experto, «experimentos neurocientíficos que estudian el comportamiento cerebral de los piscópatas y demuestran que estos responden a estímulos cerebrales de forma distinta a personas, digamos, sin esa maldad. Esta teoría, en consecuencia, señala a nuestro cerebro como único culpable».

No obstante, el experto nos recuerda que este punto no ha sido demostrado en absoluto. «Me inclino a pensar que el ser humano tiene una clara tendencia a hacer el mal, tendencia que es compensada mediante la educación y el entorno en el que vive, que le enseña a ser consciente de aquello que no debe hacer». El mal, dice el psiquiatra, «formaría entonces parte del ser humano y, por ello, nuestro cerebro no sería responsable de nada». En opinión de Calcedo, todos y cada uno de nosotros «tenemos cierta tendencia a hacer el mal. Lo sabemos y, por ello, pensamos en las consecuencias que tendría cometer un acto delictivo: iremos a prisión, tendremos remordimientos, seremos castigados… Es por ello por lo que en la mayoría de los casos nos abstenemos de hacerlo».

Algunas explicaciones científicas

En octubre del pasado año, un estudio realizado por un equipo del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia) sugería que nuestros genes vienen a determinar la propensión o no a cometer crímenes violentos. Según explicó entonces Jari Tiihonen, profesor del departamento de Neurociencia de la institución sueca y principal autor del estudio, «más del 50% de los delitos violentos graves cometidos en países desarrollados pueden explicarse por razones genéticas».

Mientas que uno de los genes, llamado CDH13, contribuye al desarrollo de las conexiones neuronales del cerebro y está asociado al Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), el segundo gen, MAOA, se encarga de metabolizar la dopamina, sustancia relacionada con las emociones fuertes tales como el amor y la violencia. La variante de MAOA cuya absorción de dopamina es demasiado baja –llamada «gen del guerrero»– tiene como consecuencia una mayor atracción por las situaciones de riesgo y un aumento del comportamiento violento.

Y entonces, ¿el criminal nace o se hace?

Fuente [Abc.es]

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