El venezolano José Morales demoró 11 días para atravesar la selva. Luego cruzó 6 países antes de llegar a suelo americano. En su trayecto esquivó alcabalas, les pagó a los llamados coyotes para que lo orientaran en algunos trayectos y a los policías para que lo dejaran avanzar. En su opinión, México fue el país más duro de transitar. Así lo reseña elpitazo.net.
Cruzar la selva del Darién es una tarea titánica. Así lo describen los migrantes que han tomado este paso fronterizo entre Colombia y Panamá para llegar a Estados Unidos. Pero no menos engorroso es transitar por otros seis países, entre ellos, México. Las alcabalas y los llamados coyotes hacen más difícil la travesía.
El venezolano José Morales nos contó su historia. Demoró 11 días en la selva. Según sus impresiones hay que tener dotes de Spiderman para superar las montañas que forman parte de este peligroso pasadizo donde murieron al menos 18 venezolanos en busca del sueño americano en lo que va del año 2022.
Morales, de 26 años, viajó con su madre, de 48 años, y su esposa, de 25 años. Los tres llegaron a Capurganá, en Colombia, a finales de agosto. Les prometieron llevarlos en lancha hasta Carreto para acotar los días de camino por el Darién (de 2 a 3). Les cobrarían 750 dólares a cada uno -aunque por lo general se pagan 350 dólares-; sin embargo, los engañaron. Para ese momento las embarcaciones estaban suspendidas por orden de la policía panameña por un tema de contrabando.
Luego de cruzar el Darién, el venezolano José Morales no le recomienda a ninguna persona que atraviese esta selva l Cortesía José Morales
La dificultad de cruzar por el río obligó a Morales a irse por la selva desde Carpuganá. Lo hizo acompañado de 21 personas que no conocía; además de sus dos familiares. Dos guías colombianos les indicaron el camino. Ambos estaban armados. “Tenían una pistola 9 milímetros y un revólver .38. Durante todo el trayecto estuvieron bajo los efectos de la droga”, recuerda Morales.
Los 21 migrantes se perdieron en el bosque. Morales responsabiliza del extravío a los guías. Asegura que los condujeron por un camino peligroso para luego dejarlos solos, a merced de los delincuentes.
“Me di cuenta de sus intenciones cuando escuché disparos al aire y fueron ellos mismos quienes accionaron sus armas para asustarnos. Fue uno de los momentos de mayor sobresalto. Mi mamá se quedó paralizada con las detonaciones y sintió miedo de seguir, pero ya era imposible regresar”.
Yo no le recomiendo a ninguna persona que cruce esta selva. Si retroceden el tiempo, no permito que mi esposa y mi mamá lo hagan. Es inhumano; es un infierno y da miedo. No es justo lo que estamos padeciendo los venezolanos que escapamos de nuestro país
José Morales
El grupo decidió separarse de los guías. Pasar por las montañas, entre ellas, la conocida como La Llorona, fue otra travesía. “Cuando ves lo empinadas que son; el fango que hay por el camino y lo que aún resta por recorrer provoca llorar. Luego llega la noche y te enfrentas a uno de los momentos más duros, en medio de aquella penumbra que te llena de incertidumbre y te desestabiliza emocionalmente”, narró Morales en entrevista con El Pitazo, el 27 de septiembre.
Un abuelo sollozando en medio de la selva; mujeres con las piernas hinchadas de caminar y niños llorando por comida fue parte del panorama que observó Morales, quien tardó tres días preparándose para atravesar esta selva, con ropa cómoda, poco equipaje y suficientes alimentos.
“Yo no le recomiendo a ninguna persona que cruce el Darién. Si retroceden el tiempo, no permito que mi esposa y mi mamá lo hagan. Es inhumano; es un infierno y da miedo. No es justo lo que estamos padeciendo los venezolanos que escapamos de nuestro país”.
Según el Ministerio de Seguridad Pública de Panamá, de enero a septiembre de 2022 se ha registrado el paso de 107.723 venezolanos por la selva del Darién, lo que se traduce en un promedio de 11.969 venezolanos que realizan la ruta mensualmente.
“Si la selva es el horror, México es el estrés. Es el país más duro de superar en el trayecto”, así describe José Morales su paso por el país azteca l Foto: Daniela Ferrandina
El valor de un salvoconducto
Una vez en Panamá, Morales y sus familiares llegaron a un campamento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En este lugar les tomaron sus datos y luego abordaron un autobús hasta la frontera con Costa Rica, cuyo costo fue de 40 dólares por persona.
El paso siguiente fue comprar un pasaje para llegar en autobús hasta Nicaragua. Allí pagaron 150 dólares, cada uno, por un salvoconducto. Cruzaron un río y al otro extremo fueron recibidos por Migración.
El destino siguiente fue Honduras. Para pasar de un país a otro, los migrantes cruzaron una trocha, no sin antes pagarle 5 dólares a un “coyote” -persona que ayuda a cruzar fronteras y territorios de manera irregular a cambio de una determinada cantidad de dinero- y 10 dólares a los policías hondureños.
A todos los uniformados que te vas encontrando en el trayecto debes darles dinero, de lo contrario, te amenazan con deportarte o llevarte a los retenes. Es así como vas logrando superar el camino y que te entreguen un salvoconducto para avanzar sin problemas
José Morales
“A todos los uniformados que te encuentras en el trayecto debes darles dinero, de lo contrario, te amenazan con deportarte o llevarte a los retenes. Otra opción es pasar escondido o pagar por un salvoconducto, cuyo valor supera los 150 dólares. Todo depende de la capacidad económica de cada migrante”, explicó Morales.
En Guatemala, Morales canceló 5 dólares a otro coyote para que lo guiara hasta un pueblito cercano a México y un taxista le prestó sus servicios por 30 dólares. “En la frontera con México, la policía de Guatemala nos detuvo y pagamos 300 dólares (100 por cada uno). Luego subimos a una balsa, cruzamos un río hasta México y nos fuimos hasta la ciudad de Tapachula en Chiapas por 75 dólares”.
México es lo más duro
“Si la selva es el horror, México es el estrés. Es el país más duro y tedioso de superar en el trayecto”. Así lo describe Morales. “Hay que pasar por muchas ciudades, caminar, lidiar con el tráfico y pagar en cada alcabala, si los policías te detienen, o tratar de evitarlas. También te consigues con funcionarios que prefieren deportarte”.
El migrante indica que son alrededor de ocho los puntos de control que se encuentran en el camino. “Cuando vas en el autobús o el taxi y ves una alcabala es preferible bajarse a tiempo y bordear el lugar para evitar que te lleven preso”, agregó.
Ya en Ciudad Juárez, los migrantes tomaron un taxi que les cobró 50 dólares para dejarlos cerca de la frontera con Estados Unidos. “Allí fue más sencillo: cruzamos una calle, luego un muro, pasamos un río de aguas negras y llegamos a suelo americano”.
Una vez que se entregó al personal de Migración, Morales solo permaneció un día preso. “Había gente que tenía 14 días. Mi familia y yo corrimos con suerte. En este lugar solo te quedas con la ropa que te entregan, tu teléfono y tus papeles. Lo demás, lo botan”.