«El poder de uno» por @NoelValderrama

 

Nuestro país siempre ha sido extremadamente flexible ante la “rigurosidad” de la ley y las reglas.

Es así como las autoridades “perdonan” algunas faltas, como cerrar calles o avenidas, a pesar de que la Constitución establece, expresamente, que está prohibido trancar las vías, la ignorancia gubernamental ante las invasiones y saqueos a camiones, siendo delitos, abiertamente establecidos, en nuestras leyes. O los que no pagan luz y sin embargo, la reciben.

Pero dónde comienza todo, por qué se dan esta serie de violaciones y complicidades de autoridades. Son muchas las razones, tres, las principales.

La primera razón está en la idea de la “viveza criolla”. Muchos la reconocen como una “cultura”, que ha venido desde nuestros ancestros y fue pasando de generación en generación; otros lo señalan como una patología que forma parte de la sociedad, una especie de germen que se aloja en la psiquis del venezolano.

La segunda razón  es el pensamiento erróneo del “bien común”, una idea que termina destruyendo los derechos individuales por los “derechos colectivos”, que son manejados por el Estado (o un grupo que maneja el Estado) para no respetar las libertades de los ciudadanos y así controlarlos.

Sin las libertades individuales, atomizadas ante las colectivas, los ciudadanos pierden su fuerza individual frente a un colectivo que no existe porque está representado en un Estado que no reconoce a los individuos. Por eso, las minorías no tienen cabida, sólo las mayorías tienen voz y voto.

El Estado sólo toma en cuenta al colectivo porque sólo la mayoría garantiza los votos que darán las victorias en elecciones.

La tercera razón que influye es la relación que hace la sociedad de esos dos elementos anteriores y su forma de vivir. Un Estado que, únicamente, reconoce a un colectivo, estimula a que el individuo haga lo que sea para obtener lo que quiere porque sabe que solo no sería escuchado ni podría hacerlo.

Además, un país donde sus ciudadanos creen que sólo los “vivos” sobreviven, es obvio, que todos querrán ser los más “vivos”.
Las minorías, a pesar de su fuerte influencia, son ignoradas por completo, precisamente, por esa falta de libertades individuales. Los derechos de los gays, los discapacitados, los amantes de los animales, todos forman parte de una minoría que no es escuchada simplemente porque no son mayoría.

La democracia venezolana se ha sustentado, bajo esa concepción. Un criterio que se hace imposible superar si no se demuestra músculo en las elecciones. Cuando acudimos a los procesos electorales, estamos afianzando la fuerza de esas minorías y mayorías en el proceso democrático. Por eso, es tan importante evitar la abstención.

Actualmente, vivimos una situación compleja con un gobierno que controla el Estado, que ganó unas elecciones presidenciales y que remató con la obtención de 20 gobernaciones.

Conociendo nuestra cultura “flexible” ante la ley, ¿quién, en su sano juicio, va a ir en contra de la legitimación que el voto mayoritario le ha dado al gobierno? Aunque la ilegalidad del gobierno sea probada, ¿qué militar se va a atrever a ir en contra de la decisión mayoritaria?

Otra historia sería, si el gobierno nacional se encontrara con mayoría de gobernaciones contrarias, otra historia se contara en los organismos internacionales si hubiéramos enseñado fuerza en las elecciones recientes.
Mientras no podamos demostrar que tenemos músculo en las urnas electorales, mientras nuestros líderes hagan todo lo posible por organizarse para las elecciones y el elector no acuda a votar, no rescataremos jamás al país

Noel Valderrama / @NoelValderrama