“Entre maltratos y flagelos, avanza un cáncer despiadado” por @emundara

Diariamente somos víctimas de flagelos, de insultos, de violencia desmedida, de maltratos de toda índole, desde la atención que recibimos en cualquier sitio en el que asistamos solicitando un servicio, tanto público como privado, pasando por las leyes que atentan contra nuestra integridad, la de nuestras empresas y, peor aún, la de nuestras familias; hasta recibiendo los desagradables improperios que blasfeman personajes televisivos realmente repugnantes y míseros, que a la más pura semejanza de un animal rabioso, arman un bochornoso acto ofensivo, tanto por las palabras y groserías, como por el descarado incumplimiento de la Ley, que sí es aplicada al resto de la población, exceptuando por supuesto a los integrantes de los organismos principales, quienes en comparación de éstos conductores de televisión, parecen ser “personas decentes”.

Precisamente, en medio de todo esto, avanza esa desventurada enfermedad, un cáncer del que he escrito algún tiempo atrás, que lastimosamente ha hecho metástasis en nuestra tierra, un cáncer que día a día es más palpable, un cáncer que se alimenta de corrupción, de violencia, de crimen, de impunidad y, en gran medida, de ignorancia.

Este mal degenerativo, está acabando con nuestra sociedad – para no ser pesimista diciendo que ya la acabó – en la medida en que cada vez, contamos con mayor desinformación, en la medida en que nuestra calidad de vida se deteriora a pasos agigantados, desmoronándose ante nuestros ojos, sin dar tiempo a si quiera parpadear.

Un mal que, se intensifica y se empeora, con la adicción al poder, de la que sufre una buena cantidad de personajes, quienes prácticamente pueden hacer y deshacer lo que les venga en gana, como si el país se tratase de su “bodega privada”, como si el territorio nacional, fuese parte de “una hacienda” de su propiedad. Personajes que no respetan en lo más mínimo, su propia envestidura, que les otorgan los cargos que ocupan. Personajes que critican a las personas acaudaladas por décadas de trabajo duro; pero que descaradamente despilfarran enormes sumas de dinero, como si el mundo, en efecto, llegase a su fin el año entrante.

Un cáncer que se ramifica, cada vez que se ataca a un inocente, cada día que pasa privado de su libertad un valiente preso político. Que se ramifica, cuando se toman decisiones apresuradas, populistas y desquiciadas, cuando los problemas llegan a ser colosales, como el hecho de otorgar un salario a los reos de nuestras cárceles, sin que hagan el menor esfuerzo en contribuir de alguna manera con la sociedad o, por lo menos, con su progreso como parte de la sociedad. Es que en muchas ocasiones, los cargos le quedan grandes…

Como expresé en aquella oportunidad, nosotros somos la cura, porque éste cáncer sí tiene cura. Nosotros somos los que podemos revertir esa enfermedad que aqueja a nuestro país, está en nuestras manos, en acabar con la ignorancia, en alzar nuestra voz sin temor alguno, en exigir nuestros derechos y, en tomar las correctas decisiones. Entonces… ¿qué esperamos para iniciar la recuperación absoluta?…

ENRIQUE J. MUNDARAIN EGUI

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@emundara