¿Eres adicta al sexo o sólo tienes un deseo sexual alto? ¡Descúbrelo!

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La Adicción al Sexo no presenta como trastorno grandes diferencias en comparación con otro tipo de adicciones. Sin embargo, el “objeto” (por llamarlo de alguna manera) con el cual se establece una relación de dependencia es, en este caso, muy particular y nada menos que el sexo, lo que da lugar a que se trate de una problemática menos discutida y expuesta que las demás adicciones. Según estadísticas el 6% de la población padece Adicción al Sexo o Deseo Sexual Hiperactivo. Curiosamente el 2% del total de adictos al sexo son mujeres, quienes son denominadas popularmente “ninfómanas”. De hecho todos los trastornos en el control de los impulsos y las adicciones en general tienen mayor prevalencia sobre la población masculina.

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Consideramos que existe Adicción Sexual cuando la persona no controla su impulso sexual, el cual debe ser necesariamente canalizado de manera muy frecuente a través de comportamientos como consumo de pornografía, masturbación, relaciones sexuales, consumo o ejercicio de la prostitución, acceso a líneas “calientes” y sitios de internet, entre otros. Las conductas mencionadas son estimuladas por pensamientos sexuales que dominan la escena mental trastornando el rendimiento laboral e intelectual, las relaciones afectivas y sociales. La mujer adicta al sexo siente que la descarga directa del impulso es lo que le permitirá reducirlo, pero esto no ocurre y por lo tanto la insatisfacción sexual es permanente. La angustia y los sentimientos de culpa crecientes están muy alejados de la imagen popular de la adicta sexual que muchas veces hasta es objeto de “envidia” debido a su actividad sexual muy superior al promedio cuantitativamente hablando. Cuántos hombres habrán pensado o dicho “yo quiero una ninfómana, ya que me va a dar mucho placer…”, pero si tienen la oportunidad real de estar con ella enseguida sentirán el peso de esa demanda e insatisfacción sexual constante. Las características de la Adicción Sexual dan lugar a situaciones graves de la vida cotidiana: pérdida del empleo, bajo rendimiento en los estudios, conflictos de pareja por la presión de mantener relaciones sexuales con altísima frecuencia o también producto de relaciones sexuales simultáneas recurrentes, trastornos psicológicos derivados (ansiedad, depresión, etcétera), contagio de infecciones de transmisión sexual. Para reflejar esta difícil realidad de los adictos al sexo, basta con mencionar las cifras obtenidad por el National Council of Sexual Addiction (NCSA) de EEUU un 40% pierde a su pareja, otro 40% sufre embarazos no deseados, un 72% tiene ideas obsesivas sobre el suicidio, un 17% ha intentado quitarse la vida, un 36% aborta, un 27% tiene problemas laborales y un 68% tiene riesgo de contraer el sida u otras enfermedades de transmisión sexual.

La Adicción al Sexo suele confundirse con el “deseo sexual normal alto”. Muchas pacientes vienen a consulta con un autodiagnóstico, “soy adicta al sexo”, dicen. Y si el psicoterapeuta no tiene los criterios correctos puede confirmar ese diagnóstico y producir consecuencias que podrían evitarse. La paciente con deseo sexual normal alto tiene una motivación sexual elevada (generalmente dicen necesitar de al menos una relación sexual o masturbación diaria) pero a diferencia de la adicta sexual sienten satisfacción en sus encuentros eróticos, pueden controlar sus pensamientos y conductas sexuales en caso de ser necesario, y no sienten que el deseo sexual sea un problema ni algo que genere emociones negativas.

Desde la sexología no contamos con herramientas específicas para tratar este trastorno. El mayor aporte del sexólogo clínico es en el diagnóstico diferencial (lo cual no es de menor importancia). Es necesario para el tratamiento un esquema multidisciplinario en el cual integremos a un psicólogo clínico, un psicoterapeuta de parejas, un psicoterapeuta de familias, un médico psiquiatra y al grupo de autoayuda. De acuerdo al diagnóstico será necesario un tratamiento psicológico específico de tipo cognitivo comportamental acompañado de la intervención en pareja y en terapia familiar (una de las dos o ambas según las características del caso). La contención y orientación a la pareja de la paciente, su familia y el trabajo en redes de apoyo son objetivos que no deben descuidarse. El tratamiento psicofarmacológico es un eje fundamental e imprescindible de la intervención, ya que de otra manera la reducción de la compulsión y los síntomas asociados es poco probable con el consiguiente agravamiento del trastorno, sus consecuencias en la vida cotidiana y el posible abandono de la psicoterapia. Finalmente, existen en varios lugares del mundo grupos de adictos sexuales que funcionan con reglas, funciones y eficacia similares a la de los grupos implementados para otras adicciones (como “Alcohólicos Anónimos”).

mujeres.grupopublimetro.cl

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