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El sábado pasado Caracas vivió, padeció, disfrutó y comprobó la magnitud de dos marchas de universitarios, por un lado la convocada por los docentes y jóvenes estudiantes que reclaman por mejores condiciones laborales y de estudio, y por el otro lado la auspiciada por factores que respaldan al régimen: Nuevamente divididos.
Mientras los trabajadores de la educación y los universitarios reclaman más apoyo gubernamental, salarios más justo, mejor presupuesto y respaldo para las generaciones que allí se están formando, el Gobierno de forma terca y antidemocrática agrede e insulta a los manifestantes inventando excusas y argumentos banales para intentar boicotear su justa lucha.
El régimen antes chavista hoy madurista es expertos en intimidaciones, en agredir, atemorizar y crear caos, pero aún mejor es en su capacidad de inculpar a otros de sus propios desvaríos de poder y de abuso. Son capaces de promover acciones que pudieran conllevar a enfrentamientos, pero aun así acusan a los disidentes de fomentarlos. ¡Descarados!
Pero este sábado como en otras oportunidades quedó demostrado que la mayoría del pueblo está con la democracia y en contra de las pretensiones hegemónicas y autoritarias del sistema Maduro-Diosdado. Aquel día las calles de Caracas evidenciaron que los demócratas colmamos arterias importantísimas mientras que la marcha oficialista dejó tantos vacíos y dudas como la propia elección de Nicolás como presidente.
Ellos, quienes ostentan el poder, desean eliminar de un cuajo la oposición, por ende, es evidente la censura que comienza a reinar por doquier, pero a pesar de ello, y por encima de ello, la verdad vencerá a las sombras de la opresión y este pueblo sabio y consciente derrotará a esta burda imitación de autocracia, que cada vez se evidencia débil y raquítica.
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En el tema de las universidades Maduro queda descubierto como un tirano de poca monta, como un simple secuaz que llega a ser jefe sin tener la capacidad para ello. Este títere, guiado desde los hilos que mueven en la Habana, no da pie con bola, cada vez se le enreda más el papagayo y queda al desnudo ante su impericia y poca capacidad de maniobra popular.
Si alguna manifestación pro-oficialista ha sido injustificada, carente de planificación y respaldo popular fue la organizada por los grupos afectos al régimen para supuestamente «defender la educación», pero lo que en verdad representaban es un simple grupo de esquiroles educativos que velan por sus intereses, sin importarles nada lo que sufren los demás.
La verdad ante este patético escenario es que las fuerzas del régimen cada vez se ven disminuidas y opacadas por el empuje de los factores democráticos. Maduro y el madurismo ya tienen el sol en la espalda.
Ana Martínez
@ana_anaco