Junto a Ti: «Los más despreciables de todos», por @ana_anaco

Hace unos días leía por las redes sociales, posteriormente por la televisión y luego por la prensa escrita que a los artistas Wiston Vallenilla, y Roque Valero les cayeron a cacerolazos en un conocido, burgués, y oligárquico, restaurant de Lechería, y recordé aquel personaje de la pantalla chica que le decían “El Chacal” y en sus presentaciones iba acompañado por un sub-nombre, ¿se acuerdan?, aquel de “el más despreciable de todos”, parece por lo que vemos que en Venezuela existen muchos chacales.

Las cacerolas resonaron en Lechería en contra de unos artistas oportunistas que hace algunos años apoyaban a la oposición y hasta lloraban por el cierre de RCTV, pero que hoy se acomodaron y enchufaron en el régimen, lo cual de por sí es despreciable, por ende, el pueblo sale y les suena aquellas ollas que demuestran su rechazo a esa antiética actitud de vender sus principios y poner su “arte”, asimismo entre comillas, al servicio de un Gobierno deslegitimado y barbárico.

Los chacales abundan en este régimen, y no solo es que se la pasan por doquier sino que ya el pueblo se hartó de verlo con su “cara-madurismo” por todas partes, por eso es que salen a las calles y al verlos le tocan las cacerolas, igualmente le pasó, a la más despreciable de todas, a la señora Tibisay Lucena, quien en sus vacaciones le tocaron el ritmo del malestar popular por sus decisiones antidemocráticas y alejadas de la verdad.

Pero lo cierto es que los voceros del régimen se alarman porque les toquen unas ollitas, en forma de chiste me ha llegado por varias vías una frase que dice: “está prohibido el porte ilegal de cacerolas… es un arma peligrosa”, lo que simplemente revela la jocosidad del venezolano y el nerviosismo de un gobierno que definitivamente está de a toque.

Los más despreciables de todos saben que no poseen la mayoría, conocen de sus antiguas tropelías, están al tanto que la mentira es su único instrumento, y cada vez está más desgastado y su efecto es cada vez más reducido, por estas razones es que se alteran, se angustian cuando ven a un pueblo decidido a hacer valer su decisión democrática expresada en los centros de votación, pero vulnerada en la sala de totalización del Consejo Nacional Electoral.

Nicolás, el jefe nacional de los despreciables, porque el internacional es Fidel Castro, es quien más le teme a esas bombas nucleares de las cacerolas que explotan en la consciencia de un pueblo que sabe lo que sucedió el 14 de abril y que no lo reconoce como presidente de la república, es él quien más sufre ante la actitud beligerante, activa, rebelde de un pueblo que quiere un cambio ya.

Señores, ustedes son los mentirosos, los despreciables, los ilegítimos, y mientras usurpen el poder que le arrebataron a lo macho al pueblo, los venezolanos seguiremos reclamando por las vías pacíficas que tengamos a la mano. ¡No nos cansaremos!

Por: Ana Martínez