«La culpa es de la vaca» por @NoelValderrama

Sólo los verdaderos líderes asumen las derrotas y señalan el error cometido para mejorar. El pasado domingo 16 de diciembre, hubo resultados que cambiaron el mapa político de Venezuela.

Resultados que de haber sido diferentes, las voces que hoy apuntan sus dardos como francotiradores contra la Mesa de la Unidad, aplaudirían con efusividad y callarían sus críticas. Las victorias tienen 100 padres, pero las derrotas son huérfanas, nadie quiere asumirlas.

La derrota de la oposición se dio porque la abstención del lado opositor fue mayor que del lado del oficialismo, así de simple.

Se puede buscar una explicación matemática, química y hasta psíquica del fenómeno de la abstención, pero la verdad es que es una expresión del elector cuando pierde la fe en los partidos, en sus líderes o en el voto.

En algún momento del hermoso proceso democrático de la Unidad, hubo un quiebre y se dio paso a la anarquía. Ese momento fue cuando los partidos, políticos y electores pensaron que Henrique Capriles Radonski sería presidente.

En ese instante, las críticas cesaron, los líderes opositores secuestraron la candidatura presidencial y se repartieron las curules de los Consejos Legislativos Regionales (CLR) y los electores,  que venían de votar en las primarias por los candidatos a presidente y gobernadores, terminaron decepcionados y hasta sin brújula al no obtener la victoria presidencial.

Los candidatos que la gente había escogido en las primarias terminaron siendo rechazados luego de perder las garantías que debería ofrecer el nuevo presidente.

En otras palabras, la gente abandonó a los candidatos que había elegido para representarlos frente al oficialismo. Una situación que no debió ocurrir pero que ha conseguido defensores para echarles toda la culpa de la abstención a los candidatos.

Por cierto, unos candidatos y partidos que buscaron el dinero de la campaña, los testigos, la movilización, toda la operatividad para triunfar y que se quedaron esperando a los electores en las mesas de votación mientras estos estaban en la playa, centros comerciales o en sus casas.

No responsabilizar a los abstencionistas de la derrota sería como decirles que lo que hicieron estuvo correcto a pesar de que ya sabemos que abstenerse no nos lleva a ninguna parte.

Es necesario que los partidos se pongan en sintonía con las demandas del pueblo. Pero también es obligatorio y vital que los electores opositores entiendan que estas elecciones regionales se pudieron ganar si hubieran acudido a las urnas de votación.

Dentro de pocos meses se realizarán las elecciones locales, unas elecciones que la tradición nos pronostica ser  las menos concurridas pero que deben significar para la oposición un punto de reinicio, un encuentro con la democracia y la forma en que haremos posible el surgimiento de nuevos liderazgos que llegarán a convertirse en líderes regionales y finalmente nacionales.

Si ambos bandos insisten en culpar al otro sin percatarse de que hubo error de parte y parte, entonces no nos quedará otra que echarle la culpa a la vaca de nuestros errores.

Algo que en Venezuela ya estamos acostumbrados a hacer como única forma de evadir nuestras propias responsabilidades y que nos ha llevado a tropezar con la misma piedra miles de veces.

En nuestro próximo artículo analizaremos el surgimiento de los nuevos líderes nacionales y sus partidos, a partir de estas elecciones regionales. Un panorama nada despreciable para la oposición, a pesar del tono rojizo que nos acompañará desde ahora.

Por Noel Valderrama / @NoelValderrama