"Lo que pasó cuando @MarcosFigueroa saludó a los maduristas", por @MarijoEscribe - Lea Noticias

«Lo que pasó cuando @MarcosFigueroa saludó a los maduristas», por @MarijoEscribe

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Confieso que cuando voy en el carro con los vidrios arriba, no los bajo para agarrar ni un solo volante, bolsita para la basura, chapa, calcomanía o cualquier otra cosa que parezcan muy interesados en darme. En primer lugar porque vivo paranoica con el temor de que me arrebaten el teléfono, el reloj o nos lancen alguna cosa rara encima.

La segunda razón es que la mayoría de las veces, una vez leído, el papel en cuestión comienza un círculo vicioso de desplazamiento inútil dentro del automóvil; solamente comparable con el de los tickets de los puntos de venta dentro del monedero.

Fue por eso que este domingo, cuando me encontraba visitando a mi suegro en el sector Las Viviendas de Putucual, no me sorprendió ver un camión con la imagen del candidato a la alcaldía de Sotillo, Marcos Figueroa. No me extrañó el volumen de la música, ni la gran cantidad de personas con gorras y franelas de Marcos que bailaban, cantaban y agitaban globos de colores. Osea, estamos en campaña y se supone que esas cosas son “normales”.

Ahora bien, lo increíble, lo fascinante, lo que de verdad me dejó en un tacón y sin tapita, fue ver cómo la gente que pasaba en carro por el sector bajaba los vidrios, abría las puertas, tocaban cornetas y pedían afiches como quien pide leche en polvo en la Venezuela de hoy.

Estoy hablando de al menos cuatro de cada cinco vehículos, incluyendo autobuses y camiones, en una calle sumamente transitada no sólo por ser la vía que conduce al río, sino a cientos de comunidades instaladas incluso más allá de lo que muchos solo conocen como El Rincón – San Diego.

Los que han visitado el sector saben que allá la vegetación es más verde que en cualquier otro rincón de oriente y el paisaje natural revela pinceladas dibujadas a pulso por la mano de Dios. Contrasta, con la riqueza del suelo y la cercanía del Neverí, el abandono y la desidia que se hacen tangibles en calles, aceras y fachadas.

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El sol parecía más brillante que nunca. Sin embargo, y a pesar de un calor capaz de mermar el buen ánimo hasta del más alegre, el ambiente era festivo y optimista. Contagiada entonces de aquella fiesta, en la que todos coreaban “Juntos ganamos con Marcos Figueroa”, me hice de mi respectivo afiche y comencé la infructuosa cacería de una gorra para esperar al candidato junto a todos los demás.

Visita de Marcos Figueroa a Las Viviendas de Putucual _ Sotillo_ 01

A pocos pasos de la concentración que aguardaba la llegada de «el hombre”, se encontraba un Punto Rojo. Me llamó la atención lo rojo que era, en realidad, aquel punto. Las señoras que formaban parte del grupo vestían de rojo intenso y absoluto. No estoy segura pero, si cierro los ojos y trato de revivir la escena, visualizo la mesa roja, las sillas rojas, los lentes rojos, las gorras rojas, los vasos rojos, las sandalias rojas, las carteras rojas y así… Lo que sí recuerdo con claridad es la expresión y miradas poco amigables que me lanzaron cuando vieron el afiche que tenía el logo de la manito, en mis manos.

Quien anunciaba la pronta llegada de Figueroa al lugar a través de un megáfono era un tal Elías. Lo sé porque durante más de una hora, dirigiéndose a las masas, se hizo más propaganda a sí mismo que al candidato (me imagino que satisfaciendo una necesidad personal muy imperiosa de llamar la atención).

De repente, se quedó hablando solo. A medida que se hacía más fuerte el rumor de que Marcos estaba a la vuelta de la esquina; todos los cuellos giraron, todos los cuerpos saltaron, todas las voces susurraban: “Está llegando, ya está llegando”.

Visita de Marcos Figueroa a Las Viviendas de Putucual _ Sotillo_ 02

Se abrió paso en medio de la polvorienta calle, destruida y llena de basura, sobre una moto. No había terminado de poner ambos pies en el piso cuando la multitud, como si de una avalancha de adolescentes que reciben a su ídolo musical se tratara, lo rodeó para abrazarlo, estrechar su mano y tomarse fotos con él, mientras gritaban, aplaudían y coreaban su nombre.

Siendo un hombre alto, su chemisse azul resaltaba por encima de aquel zaperoco. Al levantar la vista divisó el Punto Rojo y lo primero que hizo fue acercarse a la imponente sombra de la mata de mango donde estaban ubicados, con la intención de saludar. Con la mano extendida se acercó y las señoras lo saludaron con diplomacia. Dos jóvenes sentados sobre un mostrador prefirieron no hablar.

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Visita de Marcos Figueroa a Las Viviendas de Putucual _ Sotillo_ 03

La multitud les pedía superar las diferencias y los invitaron a unirse a la celebración. Tengo que admitir que me sorprendió, de manera muy grata, el espíritu de unión y conciliación que privaba en la intención de los simpatizantes de Marcos. “Déjate de eso chamo, el candidato solo te está saludando. Todos somos venezolanos, todos somos hermanos”, decían.

El abanderado de la Unidad siguió su camino para cumplir la agenda del día, que incluía visitas casa por casa en los sectores Las Viviendas, El Canal, Caballo Viejo, La Floresta y Aguas Calientes. El gentío se fue detrás de él. Todo quedó en silencio mientras dos de las señoras del Punto Rojo seguían mirándome como quien ve a su enemigo. Una de ellas rompió el silencio y en actitud amenazante se acercó y me dijo con tono retador: “Dile a tu candidato que no se meta para La Floresta que allá lo están esperando para caerle a plomo, pistola en mano”.

Visita de Marcos Figueroa a Las Viviendas de Putucual _ Sotillo_ 04

Dos caballeros, que estaban sentados cerca, increparon a la mujer con tono de indignación. “El problema con esa actitud señora”, le dijo uno de ellos. “Es que a nadie le gustan los malandros, la gente prefiere a la gente decente”.

Por cierto, después supe que en fue precisamente en La Floresta fue donde mejor trataron a Marcos y al equipo de candidatos a concejales que lo acompañaron. Así estamos.

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