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Los mitos sobre el cáncer de próstata

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El cáncer que afecta a la próstata es uno de los más dolorosos y dañinos que puede sufrir el hombre, por lo que se ha de prestar una especial atención a su prevención. La enfermedad afecta con mayor frecuencia a los mayores de cincuenta años (aunque no únicamente) y, aparte del dolor al orinar que causa, apenas muestra síntomas claros en sus primeras etapas, por lo que no se debe olvidar realizar las revisiones oportunas.

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Su incidencia en España es mucho más elevada de lo que los expertos esperaban, como señalaron los datos presentados por la Asociación Española de Urología (AEU) en su Registro Nacional de Cáncer de Próstata, según el cual “cada año se detectan 18.872 nuevos casos de la patología”, como señala su presidente Humberto Villavicencio. Este tipo de dolencia afecta a 81 de cada mil habitantes. Además, el Congreso de Urología celebrado el pasado mes de junio en Vigo apuntó que se producen alrededor de 6.000 muertes al año ocasionadas por esta enfermedad, aunque la cifra haya disminuido sensiblemente desde los años ochenta ya que ahora la mayor parte de estos casos se identifican en su fase inicial.

Según señala el Centro de Investigación sobre el Cáncer Fred Hutchinson, aún existe una gran confusión entre la población masculina acerca de su tratamiento, por lo que ha decidido publicar una lista de aquellasconcepciones equivocadas que sin embargo son popularmente compartidas.

La vitamina E puede ser más perjudical que beneficiosa

–Los productos derivados del tomate son preventivos. Alan Kristal, el director asociado del centro, señala que su equipo no ha conseguido encontrar una relación directa entre el consumo de tomate y la reducción de las posibilidades de sufrir la enfermedad, a pesar de lo que señalaba la sabiduría popular. Después de examinar el potencial impacto del licopeno –el antioxidante que le da al tomate su característico color rojo– en 3.500 hombres, el grupo de investigadores manifestó que, al contrario de lo que han señalado otros estudios, este elemento no tiene dicho efecto en el cuerpo. La diferencia, señala Kristal, es que ellos han utilizado biomarcadores séricos, no como en otras investigaciones como la que en 2008 publicó la Universidad de Misuri, y en la que se señalaba que, al menos en las ratas, el licopeno combinado con la ketosamina presente en los tomates deshidratados era beneficioso.

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–Los altos niveles de testosterona están vinculados con un mayor riesgo. Es lo que la institución describe como “un pensamiento precioso” pero “profundamente equivocado”, ya que no se trata más que de “una interpretación simplista de los mecanismos de la testosterona”. Los científicos recuerdan un estudio publicado hace cuatro años en el Journal of the National Cancer Institute, que no encontró ninguna relación entre los niveles de la hormona esteroide y la propensión a la enfermedad, para justificar sus conclusiones. Sin embargo, añaden, esta relación sí se produce entre los estrógenos y el cáncer de mama.

–El aceite de pescado disminuye el riesgo de cáncer. Al igual que ocurría con los tomates, el equipo de investigación de Kristal ha llegado a la conclusión de que dicho alimento no es beneficioso y que, es más, puede ser perjudicial. Los ácidos grasos omega-3 del pescado son un antiinflamatorio que pueden tener diversas aplicaciones y que, como señala el estudioso, “es lógico pensar que puede servir para prevenir el cáncer”. Sin embargo, los resultados de su investigación con otros 3.500 hombres sugiere que aquellos que presentaban un nivel mayor de ácido docosahexaenoico (DHA) tenían más del doble de probabilidades de sufrir cáncer de próstata. Por ello, la organización considera que se debe actuar con cautela, puesto que "nuestros conocimientos aún son incompletos".

La prueba del PSA se encuentra en tela de juicio.

–Los suplementos dietéticos son beneficiosos. Al igual que en el caso anterior, los estudios aportados por el Centro Fred Hutchinson muestran no sólo que no existe una relación positiva, sino que en algunos casos este tipo de alimentos pueden ser perjudiciales. Los científicos se bastan en una investigación realizada con 35.000 varones estadounidenses, canadienses y puertorriqueños para defender que los resultados obtenidos son “cada vez más peligrosos”. Es, en concreto, la vitamina E la que parece favorecer el cáncer de próstata. El estudio realizado por el doctor Erik Klein del Instituto de Urología y del Riñón de Cleveland señalaba que el consumo de dicha vitamina aumentaba hasta un 17% las posibilidades de padecer la enfermedad.

–El PSA no es capaz de predecir qué tumores deben ser tratados y cuáles no. El proceso de detección de cáncer que mide el nivel de PSA (el acrónimo inglés de prostate-specific antigen, es decir, “antígeno específico de la próstata) es uno de los más utilizados, y recientemente ha sido objeto de crítica después de que el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos señalase el pasado año que alrededor del 13% de pruebas dieron lugar a falsos positivos y que en uno de cada doscientos hombres causaron infecciones graves o retención de orina después de la prueba. La bioestadista Ruth Eztioni del Centro Fred Hutchinson señala que “en realidad sí es posible prever cómo va a evolucionar la enfermedad a partir de esta prueba”, si se combina con los datos de la escala de Gleason.

–Sólo uno de cincuenta hombres diagnosticados con el PSA se benefician del tratamiento. Los investigadores describen un estudio realizado por el European Randomized Study of Screening for Prostate Cancer, que señalaba dicha proporción, como “incorrecto”. La polémica que rodea al tratamiento con PSA y su hipotético carácter perjudicial reaparece en este apartado, en el que se recuerda que dicha prueba suele “sobrediagnosticar” a los varones en la mayor parte de los casos, proporcionando un tratamiento innecesario. Los investigadores señalan que la proporción, en realidad, se encuentra en diez a uno; aun así, un alto porcentaje.

[Fuente]

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