¿Qué clase de país tenemos? por Zandra Pirela

Si alguien llegara a formularme la pregunta que encierra el título de mi columna, no sabría que responderle…

Para quienes ven desde afuera los hechos insólitos que acontecen en esta Venezuela, inusualmente sin conducción oficial, deben pensar que  esta parodia es digna de Ripley.

Cualquier analista político, sociólogo o profesional afín debe estar sintiendo gran impotencia al no terminar de comprender cómo es que más de 8 millones de personas que dicen idolatrar al presidente Hugo Chávez no exigen conocer cuál es su verdadero estado de salud.
Esta especie de telenovela,  por entregas (como debe ser), ha traído consigo drama, misterio y un toque de suspenso.
“Se murió el Presidente”… “Falsa alarma, está a punto”. “Está que le quitan los aparatos y no duraría ni siete minutos”… “Mentira, el hombre se está recuperado y hasta hace ejercicios”. “Chávez llega en cualquier momento al país a retomar el poder”… Pasan los días y nada ocurre.

Y es que a casi dos meses de que el Primer Mandatario Nacional fuera operado de un cáncer recurrente –que por cierto, tampoco se sabe donde lo tiene- el país se pregunta ¿dónde está Chávez? y más aun, ¿en qué condiciones se encuentra?
Todo un misterio rodea “el extraño caso de Hugo Chávez”. El hombre está mandando por obra y gracia del TSJ, pero no está gobernado por instrucciones médicas… Ya los Poderes Públicos acordaron que no hay ausencia sino permiso y hay que calársela hasta que el mismo paciente decida lo contrario.

 

“Partes médicos”
En nombre de Chávez se ha hecho y dicho cualquier cosa. Hay varios ventrílocuos ejerciendo el poder y uno que otro, como Elías Jaua, con un cargo cuya designación pareciera más bien el resultado de un truco de magia.

En fin, qué clase de país tenemos si no hemos visto ni a un enfermero hablando del estado de salud del Presidente. Causan risa los “partes médicos” que el ministro Ernesto Villegas ofrece al país  -en cadena nacional- en los que usa una terminología tan ambigua que al final uno queda con más preguntas que respuestas, es decir, sin saber a ciencia cierta si el paciente está en franca mejoría o si su estado es estacionario.
Los “partes” en nada se parecen a los que presentaron galenos de verdad en casos como los del cáncer de próstata del presidente Juan Manuel Santos o del ex mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.
Los reportes oficiales hablan de que Chávez en su “pos operatorio”  está feliz por la buena marcha del país en su ausencia. Lástima que a Cuba no llegan las quejas de las amas de casa que no consiguen pollo, azúcar, harina y demás artículos de primera necesidad.
Los que sí pisan el “mar de felicidad” con bastante frecuencia son un minúsculo grupo de altos funcionarios, como Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, quienes además hacen gala pública de la hermandad que los une y tratan de mantener viva la idolatría al ídolo durante su ausencia.
¿Qué clase de país tenemos? No lo sé, ni creo que nadie pueda saberlo. Lo que sí tengo claro es que a la penosa situación de salud que atraviesa el Presidente le han sacado provecho político al punto de haber puesto de moda la frase “Yo soy Chávez”. Que descaro, se gana tiempo “porsiacaso” y más adelante hay que, inevitablemente, llamar a elecciones presidenciales.

Zandra Pirela