"Benedicto XVI, una vida dedicada a la plegaria" por @zapatacar - Lea Noticias

«Benedicto XVI, una vida dedicada a la plegaria» por @zapatacar

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carloszapataCon plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005. Con estas palabras sorprendió al planeta el Papa Benedicto XVI este lunes, día de la Virgen de Lourdes, al anunciar su histórica decisión de particular importancia para la vida de la Iglesia.

En su inédita misiva, el Pontífice indica que desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, “la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante; y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice”.

“Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio Petrino”, dijo el Papa, tras lo cual confió “la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo” y suplicó “a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice”.

El Papa se reconoció muy consciente de que el ministerio Petrino, “por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando”.

“Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de San Pedro y anunciar el Evangelio es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu; vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”.

Una decisión histórica que reitera la humildad del Papa; así como la lucidez de aquel en quien se revela una vez más su noble abandono en las manos de Dios.

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Palabras que conmueven a quienes reconocemos en Benedicto XVI al “humilde trabajador de la viña del Señor” que se dejó guiar por la fuerza vital del Espíritu Santo.

Sorpresa y conmoción tras el anuncio. Pero también la serenidad de quienes aceptan el amor y rechazan su negación. Bien dijo el cardenal decano Angelo Bagnasco, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI): “Como un trueno en el cielo sereno ha resonado en esta aula su conmovedor mensaje”.

Quienes tuvimos el honor de ver personalmente al Papa Benedicto XVI en su primera visita a América Latina, en Brasil, somos conscientes –como también lo confesó él- de la fuerza física y espiritual que se requiere.

La agenda, que entonces resultaba demasiado pesada para este servidor -siendo aún un muchacho- indudablemente lo era más para el longevo Papa, quien no obstante destiló obediencia e inusitada juventud en cada uno de sus pasos.

Los millones de jóvenes que le seguimos como cabeza visible de la Iglesia en las fiestas de la Jornada Mundial de la Juventud JMJ no podremos olvidar sus gestos anti protocolo, propios del hombre que aun siendo: líder espiritual, rey, y jefe de Estado, se confiesa con alma de muchacho.

Dios le concedió a este noble Sucesor de Pedro la vitalidad propia del Espíritu Santo. Mejor aún, la sabiduría de crear puentes de diálogo y abrir puertas para conducir la barca de la Iglesia hacia un inédito rejuvenecimiento en los llamados nuevos tiempos.

No sólo se aventuró a integrarse a una sociedad moderna y relativista, sino que a ejemplo del humilde Jesús de Nazaret, se ‘abajó’ hasta los terrenos de Twitter y otras redes mundanas para desde ahí llevarnos hasta las cumbres que alcanzan los corazones sobre quienes Dios despliega sus alas.

Un Papa que no tuvo tapujos para decir las cosas. Que habló con inédita claridad, como lo demuestran los estupendos libro– entrevista de Peter Seewald, “La sal de la Tierra” y “Luz del mundo” que tuvimos el gusto de leer con fruición.

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Millones devoramos sus interesantísimos discursos, mensajes, saludos y hasta tuits, tan diferentes del rigor protocolar que en algunos casos los habría hecho incomprensibles.

Aunque duramente golpeado y ridiculizado por algunos medios que armaron con saña su primicia, supo responder con sabiduría convirtiendo a más de un ateo y mostrando el rostro sereno de quien lleva con gusto la pesada Cruz.

De él aprendimos tantas cosas que no sería justo reducirlas a un perfil de números. La juventud de este abuelo nos contagió y nos sigue enamorando, porque en ella se revela no su propio ser sino la del Espíritu Santo que vuela con libertad hacia senderos de luz y paz.

Con él recordamos que el nacimiento virginal de Jesús “no es un mito, sino una verdad”, que quienes nadamos contra-corriente para seguir a Cristo en espíritu y verdad somos la “sal de la Tierra”, que no hay edad para amar a Dios, y que hay tantos caminos para salvarse como hombres en el planeta.

Pero sobre todo aprendimos que nadie es más libre que quien se niega a sí mismo y se dona totalmente al otro. Más aún, quien se dona y entrega completamente a Dios.

Benedicto XVI nos enseñó que humildad y obediencia son el camino a la verdadera libertad, son el respiro del alma para quien no se ata al mundo sino al Señor.

Como dijo el primer ministro británico, David Cameron, tras conocer la noticia de la dimisión: millones de personas echaremos de menos al Papa Benedicto XVI como líder espiritual.

Gracias, Joseph, por recordarnos que toda la doctrina de Cristo se puede resumir en 4 letras: AMOR.

Sin duda, los grandes hombres son aquellos que, siendo grandes, se confiesan inútiles. Propias de Aquel que lo deja todo, absolutamente todo, para seguir a Cristo. Un “todo” que incluye el dejarse a sí mismo y abandonarse por completo.

“Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos”.

Gracias a usted, Santidad, por transparentarnos una vez más a Dios… Que Él nos conceda, como también anhela usted: “Una vida dedicada a la plegaria”.

Por: Carlos Zapata / @zapatacar

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