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¡Disfruta el momento y deja de estar fotografiando todo!

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Parece que el abuso en el uso de la tecnología nos está alejando de la realidad. ¿Es necesario sacar 100 o más fotos cada vez que vamos a un recital o fiesta entre amigos? Algunos llaman a estos personajes ‘glassholes’ e investigadores ya prepara sus ‘papers’.

gente tomando fotos

El 2013 fue el año de los Glasshole (el año en que la tecnología hizo su entrada más violenta en nuestras vidas personales y se apoderó de los bares, restaurantes y nuestros lugares de trabajos y hogares.)
Últimamente el público tiene una reacción negativa hacia las Google Glass, su cámara clandestina les genera preocupación y temor de ser documentados públicamente sin su consentimiento. Pero en realidad, los Google Glass no son muy diferentes de las cámaras que ya usamos, en realidad son sólo una manifestación más obvia de nuestra obsesión por documentar todo, el chivo expiatorio más lógico de una tendencia mucho más grande:somos adictos a grabar nuestras vidas, y huir de las Google Glass no lo va a cambiar.
Hace un mes en un concierto de The National, apenas podía ver el escenario sobre la expansión de las pantallas brillantes de los smatphones. Algunas pantallas estaban «snapchiando», algunos «instagramiando», y algunos otros estaban tomando fotos con la aplicación de la cámara stock. Algunos de ellos –los súper AMOLED, tal vez –eran más brillantes que otros, pero todos ellos eran distractores. Odié a esa gente. Odié que no estuvieran prestando atención. «Ponga el teléfono abajo», pensé.
Hace unas noches fui a otro concierto, esta vez fue un asunto mucho más pequeño por ser una banda nueva. Unos fotógrafos zumbaban en la parte delantera del escenario tomando fotos con cámaras réflex digitales, pero en este concierto no se podían encontrar pantallas brillantes. Existía un silencio casi incomodo. Mantener el teléfono en tus pantalones era evidentemente la cosa más divertida que hacer en ese concierto. Significaba algo. Saqué mi teléfono y lo sostuve. Necesitaba grabar este momento, para recordarlo, para publicarlo, para compartirlo, para tenerlo. Miré a mi alrededor, a mis compañeros que tenían los ojos fijos en el escenario, y me estremecí.
A principios de 2012, el investigador de sociología Nathan Jurgenson escribió: «Estamos en peligro de desarrollar un ‘ojo Facebook’: nuestro cerebro siempre está en busca de momentos en los cuales el efecto efímero de la experiencia vivida puede ser traducida en un post en Facebook, que nos de comentarios y Me gusta.”
Jurgenson advirtió, «estamos tan preocupados por publicar nuestras vidas en Facebook que nos olvidamos de vivir nuestras vidas aquí y ahora.» Hoy hemos desarrollado mucho más que un ojo Facebook. Hemos desarrollado un ojo para capturar cualquier cosa que valga la pena conservar en las redes sociales o en nuestras nubes digitales privadas. Capturar el mundo es adictivo, y más fácil que nunca.”
«Algunos dirán que hemos cruzado el umbral de fotos por ser demasiadas», aseguró Jurgenson, quien ahora es un investigador de Snapchat. «[Hace años] si veías a alguien tomando una foto te detenías y decías ‘eso debe ser importante.’ Ahora, se genera respeto e importancia al no tomar una foto.”
Por ejemplo, deberíamos observar la vida de los chicos en Williamsburg. Se atreven a no grabar un concierto, y se atreven a recordar. Estas personas no son tecnófobos, pero ellos ya han experimentado la edad de tomar 100 fotos por minuto, que genere una biblioteca de fotos masiva que nunca van a volver a mirar. Para ellos, la novedad ha desaparecido. Por lo menos, son más selectivos acerca de lo que graban.

Todos hemos adoptado el «ojo Facebook «, pero la adicción puede remitirse.
«Si nos fijamos en casi todas las nuevas tecnologías que se presentan, aquellas que nos ofrece experiencias emocionantes y nuevo poder, tenemos una tendencia histórica a exagerar», dijo Clive Thompson, autor del libro Más inteligente de lo que piensa.

«Estamos tan intoxicados por ella, que hay curvas bastante predecibles, primero vamos a actuar como monstruos, y luego poco a poco nos calmaremos». Thompson señala varias tendencias similares que han demostrado este fenómeno, como en los 90 cuando tu papá constantemente grababa videos caseros con su nueva cámara, o cuando todo el mundo contestaba sus celulares cada vez que sonaba.
«No importaba lo que estuvieran haciendo —la cena con la familia, la iglesia, en el templo, en un funeral, teniendo relaciones sexuales, ellos respondían . Es lo que tu hiciste», dice Thompson.
«Eso duró cinco años, nuestro comportamiento se volvió tan omnipresente que empezamos a notar cómo estábamos actuando, y los primeros usuarios comenzaron a alejarse de ese comportamiento. Ahora es inusual para la gente buscar rápidamente el teléfono cada que suena». Todavía tengo el gusanillo de la foto, pero está disminuyendo. Hace cinco años, solía grabar videos de mi canciones favoritas en cada concierto. Hoy, tomó una cuantas fotos, grabó un video de mi coro favorito, y pongo el teléfono en mi bolsillo. Mi documentación es menos frecuente, pero más precisa.

Según Pew, el 80% de los estadounidenses mayores de 18 a 29 publican fotos en línea, y ese porcentaje está aumentando en todos los grupos de edad. Al otro lado de Snapchat, WhatsApp, y Facebook, ellos publican 15 millones de fotos por día. Todos somos Glassholes, sólo que en diferentes grados, y todos estamos averiguando cómo es que el futuro se verá cuando podamos documentar cualquier cosa –un sonido, una vista, un panorama de 360 grados  –en menos de 10 segundos.
En este nuevo mundo de la hiper-documentación tendremos que averiguar lo que sienta bien y lo que no (nuevas etiquetas y usos y costumbres). Estas nuevas normas se centrarán en la utilidad y también en la aceptación social.

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Los puntos de venta de los Google Glass aseguran que «te mantienen en este momento», pero el gadget es tan nuevo y desconocido que llevarlo, irónicamente, podría expulsarte de ese momento (o de un bar). Pero algún día, los Google Glass (de una forma u otra) probablemente logren su objetivo. Nadie está aceptando que tomar fotografías en un concierto con los Google Glass sea menos molesto que hacerlo con tu teléfono.
«Los Google Glass harán que odié mi teléfono –o cualquier teléfono,» escribió Mat Honan para Wired . «Aquí estamos juntos, mirando pequeñas pantallas, interactuando con gente que no está aquí. Mirando nuestras manos en vez de a otros. Documentando en lugar de experimentar.»

Hoy en día la línea entre la documentación y la experimentación es borrosa, pero vamos a encontrar el equilibrio. «A la gente no le gusta los teléfonos en los conciertos, porque están poniendo ese momento a trabajar para conseguir seguidores, esa es la toma cínica», dice Jurgenson. «La toma menos cínica –es compartiendo tu momento, de esa forma la documentación es en el instante.»
Hasta que entendamos todo esto y seamos más corteses. Dejen abajo sus  smartphones.

Fuente [Americaeconomia.com]

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