Los 12 peores traidores de la historia - Lea Noticias

Los 12 peores traidores de la historia

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Cuando Dante bajó al infierno con su admirado Virgilio y llegó a lo más profundo de ese lugar vio a los traidores. Claro que eso es algo imaginado por el poeta medieval basándose en que, según él, la traición era el peor de los pecados por aquello de que primero te tienes que ganar la confianza de tu víctima.

Para Nicolás de Maquiavelo, sin embargo, la traición era una parte fundamental de la política y quien no estuviera dispuesto a asumirlo nada tenía qué hacer en los lugares de poder.

A continuación, algunos de los peores traidores que con sus acciones hundieron a sus seres más cercanos y que, en algunos casos, tuvieron que ver en la caída y el surgimiento de nuevos Estados.

Guy Fawkes

Este personaje formó parte de la conocida “Conspiración de la pólvora”, una traición que consistía en volar el parlamento británico y asesinar al Rey Jacobo I cuando todos estuvieran reunidos en sesión. Su objetivo era poner fin a las persecuciones religiosas que se daban en su época pero su plan fue descubierto y terminó ejecutado. Sin embargo, su fama llega hasta hoy a través del cómic Vendetta y del grupo conocido como Anonymous, que suele dar sus mensajes bajo la máscara de Fawkes.

Benedict Arnold

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Arnold inicialmente fue uno de los mejores generales de Estados Unidos durante la Guerra de la Independencia, y es en gran parte responsable de la victoria estadounidense en Saratoga. Pero cuando fue relegado del mando de una fortaleza estadounidense en West Point, Nueva York, se sintió desairado. Por lo tanto, en 1780, se puso en contacto un espía británico e hizo planes para traicionar el frente para los británicos. Cuando su traición fue descubierta por las fuerzas estadounidenses, Arnold huyó a las líneas británicas. Luchó como un general británico por el resto de la guerra.

Robert Ford

Robert Ford fue un amigo y secuaz del forajido Jesse James, uno de los bandoleros más peligrosos y carismáticos que se recuerdan. A Ford, en cambio, la historia le relegó el triste papel de haber matado por la espalda a quien era su amigo y quien cuando menos merecía una posibilidad de defenderse. Fue tal el desprecio que generó entre sus contemporáneos y su actitud cobarde que no tardó en encontrar la muerte en manos de un admirador de Jesse James.

Karel Curda

Durante la Segunda Guerra Mundial, Checoslovaquia padecía la ocupación nazi bajo el despiadado mandato de Reinhard Heydrich, conocido por entonces como “el carnicero de Praga”. Para infundir ánimo al espíritu de la resistencia, un grupo de comandos organizó exitosamente el crimen de Heydrich y luego se ocultó en las catacumbas de la Iglesia de San Cirilo. Karel Curda, soldado checo, delató la ubicación de los comandos y estos se suicidaron luego de dar una valiente batalla que quedó inmortalizada en las ráfagas de ametralladora que hasta hoy pueden verse en las paredes del templo. Luego de finalizada la guerra, el traidor fue sentenciado a muerte.

Efialtes de Tesala

A los fanáticos de la película 300, del director Zack Snyder, el personaje histórico de Efitales de Tesala debe resultarles especialmente despreciable. Cuando el valor y la hermandad de los espartanos parecían estar a punto de doblegar al ejército infinitamente superior de los persas, este individuo llevó información sobre un paso entre las montañas que permitió a los invasores rodear a los guerreros hoplitas de Leónidas y vencer en la batalla. Durante toda la época clásica, Efialtes fue el nombre con que los escritores ejemplificaron la traición a la patria y los camaradas.

Julius y Ethel Rosenberg

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Este matrimonio fue conducido a la silla eléctrica en 1953 tras haber sido juzgados por traición y espionaje contra los Estados Unidos. Más allá de su aspecto mundano y tranquilo, esta pareja fue la responsable de que la Unión Soviética accediera a los planos de la bomba atómica norteamericana. Su filtración equilibró la balanza de poder en favor de los soviéticos y, por lo tanto, dio comienzo a un conflicto que fue conocido, nada más ni nada menos, como la Guerra Fría.

La Malinche

Desde el momento en que esta bella y astuta mujer unió fuerzas con el conquistador Hernán Cortés, el destino del imperio Azteca quedó sellado. Su amplio conocimiento de los puntos débiles de emperador Moctezuma y su colaboración como traductora fueron fundamentales para lograr las alianzas que llevaron a los españoles a la victoria. Como ocurre con los traidores que cambian el rumbo de un Estado, para algunos esta mujer entregó los destinos de su patria al poder extranjero y las consecuencias de su terrible traición llegan hasta hoy. No obstante, para otros, “La Malinche” simplemente fue una de las tantas personas que esperaban una oportunidad para sublevarse contra un sistema que consideraban injusto.

Napoleón Bonaparte

A través del tratado de Fontainblue de 1808, España permitió el pasaje del ejército napoleónico a través de su territorio para que Bonaparte pudiera combatir contra Portugal, país aliado de Inglaterra. Sin embargo, una vez conquistado el suelo portugués, Napoleón decidió que España formaba parte de su botín y traicionó a la corona española deponiéndola y nombrando en su lugar a su caricaturesco hermano, José Bonaparte o, como se lo conocía en esa época: Pepe Botella.

Luis Figo

El jugador emblema de FC Barcelona se fue al Real Madrid para convertirse en el primer galáctico de la era de Florentino Pérez. Los hinchas del Barça nunca le perdonaron su traición y años después seguían persiguiéndole en cada rincón del planeta para lanzarle cabezas de cochino, bufandas azulgrana o para gritarle “Figo pesetero”. La primera vez que volvió al Camp Nou para disputar un clásico llovieron botellas y misiles de cualquier cosa de gente que necesitaba expresarle su odio al hombre que un año antes todos amaban con locura en Cataluña. Hay cosas que no se olvidan.

Marco Junio Brutus

¿Tú también, Brutus, hijo mío? Dicen que esa fue la frase con la que Julio César se despidió del mundo. En mitad de la emboscada que los senadores romanos les habían preparado, cuando los cuchillos le quitaban la vida, César lamentó la presencia de su hijo político Marco Junio Brutus entre los conspiradores. Para Dante Alighieri, este parricida representaba la traición a la familia y a la patria, por lo que lo ubicó en el último círculo del infierno para que recibiera los castigos del mismísimo señor de las tinieblas.

Judas Iscariote

Entregó a Jesús a sus captores a cambio de treinta monedas de plata. Desde entonces, la cultura popular le rinde “homenaje” tanto en carnavales como en fiestas navideñas quemando imágenes suyas o representando su suicidio por ahorcamiento. Para variar, Jorge Luis Borges ofrece una relectura de su figura y, por ende, de toda la cultura occidental: si Jesús debía morir para expiar los pecados de los hombres, aquel que lo condujo a su muerte no fue un traidor sino el mejor discípulo.

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