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Como marcha la realidad política de este país pareciera muy probable que el próximo enfrentamiento nacional por la silla de Miraflores será entre Henrique Capriles Radonski, que ya posee un liderazgo nacional y fue el único, con la salvedad de Henry Falcón, que se impuso en las elecciones regionales del 16-D, y el ungido por el propio Chávez, Nicolás Maduro.
El abanderado proclamado por el presidente Chávez sin duda es una mejor opción que su compañero de partido, Diosdado Cabello, porque por lo menos él cala en algunos sectores populares del oficialismo aunque no en todos, mientras que el otro, actual presidente de la Asamblea Nacional, le es notorio el sentimiento de rechazo que oficialistas y opositores le prodigan.
La opción política que le resta a Maduro es hacer una imitación de la figura del hoy presidente, lo que le será un reto increíble porque en las primeras de cambio es evidente la diferencia entre uno y el otro; el posible sucesor no calza los zapatos políticos, y menos de carisma de su antecesor.
En el caso de Capriles, es obvio que sería el candidato de la gran mayoría de quienes esperamos la construcción de una Venezuela mejor con seguridad, progreso y desarrollo humano real, pero el gobernador de Miranda para alcanzar en esta ocasión las metas nacionales debe necesariamente que desligarse de la denominada Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y ubicarse en el centro político para conseguir que actuales acólitos del Gobierno nacional lo acepten como una alternativa válida para el país.
“El flaco”, como la gente lo llamó en la campaña presidencial pasada, debe mantener a su alrededor a toda la población que lo apoyó el 7 de octubre del 2012, pero para ello debe alejarse de toda esa camada de dirigentes políticos que en la anterior oportunidad practicaron la exclusión como método del ejercicio de la política y apartaron a muchos dirigentes locales y sociales de la campaña significando esto, para mi criterio, una de las razones fundamentales de la derrota electoral sufrida.
Sin duda que si ese escenario se llegase a presentar en una posible contienda Maduro vs. Capriles, seré un soldado más de la alternativa democrática, volveré a levantar las banderas del progreso, pero eso si nunca dejaré de elevar mi voz en contra de los políticos que se sienten con derecho a enajenar las posibilidades de otros a participar y de construir un mañana mejor.
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Todas estas hipótesis que aquí redacto cada día toman más fuerza como posibles escenarios ante la ausencia cada vez más prolongada de un Jefe de Estado del cual ni siquiera le hemos escuchado la voz y del cual solamente conocemos algunos partes médicos que el vicepresidente o el ministro de comunicación hacen públicos a través de sus cadenas nacionales.
Por Simone Augello / @simone_auguello