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Cada vez que el presidente Maduro, los ministros, diputados chavistas y las cuatro mujeres rectoras del CNE escuchan la palabra auditoría, les corre un frio por todo el espinazo que los hace entrar en pánico porque saben lo que ocurrió el 14 de abril y por eso tratan de imponer una agenda de violencia donde también participan la Fiscal General y la Defensora del puesto para descalificar a Henrique Capriles, acusándolo de ser responsable de los muertos que hubo el martes 16 de abril en las marchas a los CNE regionales, para solicitar una auditoría por el estrecho margen del resultado y las 5 mil irregularidades cometidas durante el proceso.
El aparato del estado para desviar la atención de la auditoría solicitada por Henrique Capriles y que debe incluir los cuadernos electorales para revisar huellas y firmas, las actas de transmisión realizadas por las maquinas hacia el CNE, los papelitos del voto y la sumatoria final que hizo el sistema automatizado la noche del domingo para que quede claro ante el país y el mundo, quién es el ganador de las elecciones presidencial.
El frio que sienten por el espinazo el presidente Nicolás Maduro y las cuatro mujeres del CNE, cuando escuchan la palabra auditoría, ha hecho que ministros, gobernadores y alcaldes rojitos, por la desesperación de no saber quienes votaron o no por Capriles, emprendieron una cacería de brujas donde los trabajadores son sospechosos y ya han despedido mas de 14 mil personas en lo que ellos consideran una “limpieza”, lo cual es un acto abiertamente fascista que viola los derechos humanos.
La cara de Tibisay Lucena y el tono de voz de pocos amigos con que anunció el jueves 18 de abril que aceptaba el reconteo de votos solicitado por Capriles, sin dudas obedecía a ciertas instrucciones dictadas desde la ciudad de Lima Perú, donde hubo una reunión de emergencia de UNASUR y algunos presidentes que al principio habían manifestado que no asistirían a la toma de posesión de Maduro, pusieron como condición que se realizara la auditoría para venir el viernes 19 a Caracas.
Luego las rectoras Tibisay Lucena y Sandra Oblita comenzaron a jugar “quiquiriguiqui”, alegando que la auditoría no podría alterar los resultados que para ellas era irreversible y simultáneamente Luisa Estela Morales, presidenta del TSJ, actuando como un miembro del PSUV y adelantando opinión, dijo que como en Venezuela el proceso electoral es automatizado, no procede contar los papelitos porque eran un simple recibo que no demostraba nada y que lo valido es la transmisión electrónica.
Si la vaina es como dice Luisa Estella, ¿por qué en algunos procesos electorales? Fiscales del Ministerio Público con el argumento que el papelito forma parte del acto de votación que puede ser usado en auditoría y es un delito destruirlo, han imputado a personas por haber destruido el fulano papelito.
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Cuando el ministerio de propaganda del régimen que preside Ernesto Villegas, armó un montaje editando algunas frases y pegándolas con imágenes de violencia para crear una matriz de opinión para hacer aparecer a Capriles como dando órdenes a favor de la violencia y transmitiéndola en cadena de radio y televisión y las infelices declaraciones cargadas de adjetivos de Iris Valero amenazando a Capriles con meterlo preso y acusándolo de drogadicto, son actos de desesperación porque el frio de la auditoría les corre por el espinazo.
A todas esta, Henrique Capriles como líder fundamental y gran estadista venezolano, ha dicho que no caerá en provocaciones y que el objetivo no es la agenda de la violencia, sino empujar para que las cuatro mujeres del CNE cumplan con la auditoría ofrecida a Venezuela y a la comunidad internacional.
Como dicen los jugadores de dominó, mano segura no se tranca.
Gerónimo Figueroa Figuera / @lodicetodo