De ubicuo presidente que controlaba cada detalle a uno que delega funciones: Hugo Chávez sufrió una metamorfosis desde que fue operado de cáncer hace un año el domingo, una dolencia que acentuó su lado espiritual pero no modificó su verbo beligerante ni su confianza en un nuevo triunfo electoral.
Aunque ha ido aumentando sus apariciones públicas desde que llegó de Cuba el 12 de mayo, donde culminó el último ciclo de radioterapia, Chávez, de 57 años, marcó un viraje de estilo cuando confesó recientemente que ya no es “el caballo desbocado” que hablaba por horas en los medios y encabezaba actos por doquier.
“El cambio fundamental que siente la población y especialmente los opositores es una especie de descanso ante la evidencia de que la omnipresencia y ubicuidad que ha caracterizado su mandato” han desaparecido, señaló a la AFP el sociólogo Tulio Hernández, académico de la Universidad Central de Venezuela.
Chávez ha vivido el último año entre Caracas y La Habana, donde ha pasado más de un centenar de días para tratarse un cáncer del que se desconoce su ubicación exacta y gravedad. Tras someterse a ciclos de quimioterapia, dio por superada su enfermedad en octubre, pero una recurrencia de la dolencia el pasado febrero lo llevó nuevamente a los quirófanos.
Desde entonces, el mandatario gobierna a ritmo de “tweets”, rechazando delegar sus funciones en el vicepresidente, aunque ha cedido el protagonismo en inauguraciones de fábricas, citas internacionales o actos masivos a sus ministros, que en cada oportunidad se cuidan de hablar “en nombre del comandante Chávez”.
Para el politólogo Farith Fraija, en esta coyuntura Chávez “está apalancando” su revolución socialista en los liderazgos medios dentro del gabinete y en los dirigentes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV, en el poder).
“Frente a la ausencia del presidente Chávez, se ha demostrado que sí hay líderes alternativos”, dijo a la AFP este profesor del Instituto de Altos Estudios de Control Fiscal y Auditoria del Estado.
Pero la posibilidad de dejar un sucesor –los rumores señalan al vicepresidente Elías Jaua o al canciller Nicolás Maduro, entre otros– es un tema tabú en las filas del mandatario, que confía en lograr una victoria por “nocaut” en los comicios presidenciales del 7 de octubre, para las que se inscribirá formalmente este lunes.
Este sábado, justo antes de postularse, Chávez aseguró que “salió todo absolutamente bien” en los últimos exámenes médicos que se realizó tras la radioterapia, añadiendo que se siente “muy bien” y que seguirá “batallando” por el país.
Pese a su ausencia, Chávez sigue liderando todas las encuestas frente a su rival en las urnas, el ex gobernador Henrique Capriles Radonski.
De la “muerte” al “viviremos”
En una primera señal visible de cambio, Chávez reemplazó su lema de “patria socialista o muerte” por el más optimista “viviremos y venceremos”, que hace un guiño tanto a su batalla personal contra el cáncer como a las elecciones, en las que buscará un tercer periodo consecutivo de seis años.
Para Robert Lespinasse, presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, el trueque de consigna podría responder a las “supersticiones” y “elementos mágicos de la manera de pensar” del mandatario venezolano, un ex militar que por años desestimó los chequeos médicos.
Un ferviente Chávez ha presidido en los últimos meses animadas ceremonias de santería y oficios ecuménicos por su salud, pero el punto culminante llegó en abril cuando rompió en llanto y pidió a Dios que lo mantenga con vida porque todavía le “quedan cosas por hacer”.
“Ha querido mostrar un hombre activo, tranquilo, en buenas condiciones físicas, pero si analizamos la realidad de lo se ha logrado traslucir cualquier persona con esa enfermedad ya debe tener un cuadro depresivo”, explicó Lespinasse a la AFP.
“Cada vez que se presenta a una competencia se lanza en alma, vida y corazón, pero ahora no puede hacerlo (…) Se ve dificultado para lograr lo que antes lograba muy fácilmente”, agregó.
Sin embargo, el debilitamiento físico por su enfermedad no le ha impedido dirigir fuertes ataques verbales contra sus opositores.
En repetidas ocasiones, ha calificado de “majunche” (mediocre) o “cochino” a Capriles, a quien acusa de encarnar a la burguesía, el imperialismo y el capitalismo.
“No hay un solo gesto de humildad y de reconocimiento de la oposición”, señaló Hernández.
Según Fraija, “hemos visto un presidente un poco más agresivo” que “ha combinado elementos de repolarización con la parte emocional” con la gente, una estrategia que le ha dado éxitos al carismático líder en las mayoritarias clases humildes de Venezuela.
AFP